Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


Pintadas

21/02/2025

Hace unos meses, Kim Kardashian visitó Madrid en un viaje que hizo con su hijo Saint y sus amiguitos por Europa viendo partidos de fútbol. Como el spot publicitario andante que es, se hizo unas fotos con Florentino y, para completar el tour turístico visitó Valdebebas y la catedral de la Almudena. De todo lo que se puede visitar en la capital va y aparece en la Almudena, y no creo que lo hiciera para reflexionar acerca del pastiche, contraponiendo su representación en la arquitectura sacra y la propia arquitectura de su cuerpo, sino porque ya vale tanto ocho como ochenta. Así que no me sorprende tampoco que, si te dejas caer Bailén abajo después de visitar tan sobrevalorada obra, te des de bruces con la cola que se forma para entrar en el museo Banksy, lo que podría parecer un chiste pero que es un negocio. Dos en concreto, porque cuando tu propuesta museística se basa en vender muchas entradas reaprovechas el estencil y el spray y abres uno en Madrid y otro en Barcelona. Porque se me escapa al entendimiento cómo se puede uno apropiar y reproducir y sacar rendimiento comercial del arte urbano, pero seguro que un equipo de abogados expertos en mercantil lo habrá resuelto, y vamos como ovejas a pagar una entrada para ver pintadas de protesta contra el sistema capitalista. 

Colegios llevando a los niños de excursión a la última atracción de un barrio gentrificado. La última trampa del activismo controlado. Me recuerda a la camiseta de we should all be feminists que sacó Dior hace unos años y que aún se puede conseguir de segunda mano por poco más de 300 euros y sin manchas de sudor en las axilas, porque todas somos muy feministas cuando son otras las que sudan para fabricarlas. Y también podremos llevar a los niños a ver el mural que pintó Banksy en Jerusalem, donde un encapuchado lanza un ramo de flores al otro lado de la frontera, y creer que somos muy woke, pacifistas y modernos, pero es un gobierno socialista el que está consintiendo el envío de armas desde Zaragoza hasta el corazón del genocidio.