He tenido la suerte de poder entrevistar a distintas personas con discapacidad en los últimos meses y he aprendido un montón de cosas hablando con ellos, pero hay un testimonio concreto que cada vez que recuerdo me da un escalofrío. Es el de un hombre de cincuenta y tantos años ya, que con una sola pierna se ha buscado la vida de una manera muy digna, con una independencia admirable, deportista reconocido, luchador, valiente, el que pondrías de ejemplo en un anuncio, al que solo vi romperse en un momento, en el que recordó una tarde cuando tenía 16 años, cuando algo que duró apenas diez minutos, cambió el curso de su vida para siempre. Y no hablo de un accidente, ni del día de la amputación, ni de la primera vez que pudo levantarse de la cama con una sola pierna. Hablo del momento en el que toda su clase de BUP, capitaneada por su profesora, fue al hospital a verle.
Una procesión cargada de buenas intenciones que, por llegar sin preguntar, sin escuchar, sin ser conscientes de que era demasiado pronto para ir a ver algo que ni siquiera él había sido capaz de registrar, no solo le hizo sentir un monstruo en una feria, sino que cortó sus estudios superiores de raíz. No fue capaz de volver a clase, a enfrentar de nuevo esas miradas de horror. ¿Cómo sería su vida hoy si ese instituto de los 80 hubiera tenido profesoras woke? Seguro que mucho más fácil.
Lo dijo el otro día Jane Fonda en unos premios de cine, ser woke es solamente que te importen los demás. Es saber escuchar. Así que si hay que llamarse así, pues woke yo la primera, por mucho que ahora se quiera utilizar como un insulto. Y cuando entrevisto a una persona con discapacidad, después de que me cuente lo que yo le iba a preguntar, siempre pediré que se haga a sí misma las preguntas que a mí no se me ha ocurrido hacer. Y si en la manifestación de mañana, 8 de marzo, voy al lado de una trans, desde luego que la voy a escuchar. Y si después de la cancelación de Karla Sofía Gascón su redención parte del propio colectivo LGTBIQ+, pues me leeré sus argumentos o me escucharé sus podcasts. Y, cuando haya terminado de escuchar, me pondré a hablar.