Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


¡A la calle!

13/05/2024

La de hoy es una historia pequeña, pero que une dos de los temas favoritos de este rincón: la calle como lugar en el que se desarrolla la vida y la burocracia como fuerza más poderosa del universo que hace que, precisamente, no se desarrolle nada.

Resulta que el Ampa del colegio Vadillos organiza hace varios años una actividad que consiste en cortar la calle Alfonso X el Sabio (una pequeña y con poco tráfico), en el tramo paralelo a la escuela, un rato antes de la entrada a clase (de 8:30 a 9). Y ahí, en la calzada, las aceras y todas partes, los niños y niñas juegan, pintan con tizas en el suelo y están a su bola sin peligro, en una reivindicación de más espacios urbanos seguros y libres de humo (vamos, sin coches).

La actividad estaba programada para el viernes pasado, pero este año el Ayuntamiento (nuevo) denegó el permiso para cortar la calle justo el día anterior porque, según respondían a la petición, creaba problemas de tráfico en la zona y era peligroso para los participantes y otras personas. Quita, quita, que es un jaleo y total ¿para qué?... Así que el colegio ofreció el patio norte como alternativa para que la cosa se hiciera de alguna manera.

Lo curioso es que, a las nueve menos diez (pasadas), una patrulla de la Policía Local puso dos vallas y cortó la calle porque les había llegado la petición, pero no les habían informado (desde el departamento correspondiente del propio Ayuntamiento) de que estaba denegada; una vez les dijeron desde el Ampa, las retiraron de nuevo. Dos tazas de burocracia y disparate para empezar el día; bienvenidos a la República de Absurdistán.

Llama la atención, por no decir otra cosa, que el Ayuntamiento tenga tan poca sensibilidad (y vista) en un asunto así. Unos niños jugando en medio de la calle a las ocho y media de la mañana es la mejor imagen (y propaganda) para una ciudad; es una performance, una acción que no cuesta dinero y alegra al que participa de ella y al que se la encuentra, lo reconcilia con la propia urbe y, un poco también, con la humanidad. Si yo fuera ellos no dudaría, copiaría la idea y la implantaría en todos los colegios de Burgos, no sé, una vez por trimestre o al mes. Instaurar un día en el que madrugas un poco para ir a jugar con tus colegas en plena calle, que para eso es nuestra; un pelotazo. Y luego, que se apunten el tanto si quieren, aunque, como se ve, hasta para eso hay que valer. Pero mejor ser realista; yo me conformo con que el año que viene la maquinaria implacable de la burocracia, por lo que sea, diga sí y podamos tomar la calle, aunque sea por un ratito. Veremos.

Salud y alegría.