En la política, como en la vida, hay que actuar siempre con honestidad y valentía, lo que supone muchas veces afrontar situaciones difíciles y decir que no, a pesar de desconocer las consecuencias, o incluso peor, a pesar de que te vaya a producir perjuicios personales, laborales o políticos. A la larga, tus convicciones y tus valores deben ser lo más importante en tu paso por este mundo imperfecto.
Esta ética de la vida es la que necesitan hoy nuestros políticos, aunque realmente la han necesitado siempre. Si supieran las veces que alguno de ellos me ha reconocido en privado decisiones o medidas necesarias que, por supuesto, rechazan en público porque luego hay que ganar las elecciones. Es bastante habitual, independientemente de los colores, y lo que más rabia me da es que muchas veces ni nos inmutamos ante esta desfachatez y falta de vergüenza.
Y aterrizando en la capital burgalesa, lo que está sucediendo con las ayudas municipales a las entidades sociales que trabajan para la integración de los inmigrantes es un bochorno gigante. El equipo de gobierno ha perdido el norte o quizás es que no hay nadie al timón y se lo han apropiado cuatro de los 27 concejales del Ayuntamiento. Desde luego, si el PP se pliega al órdago de Vox para no conceder ayuda a Burgos Acoge, Accem y Atalaya, además de Cáritas que se ha solidarizado siguiendo el espíritu cristiano, creará un precedente muy peligroso para ellos mismos, pues a partir de ahora llegarán más órdagos y tendrá que acatar, como esta vez.
Hay que ser valiente, se lo dije antes, y plantarse para no actuar en contra de sus principios. Cuando sus 'mayores', la Junta y Génova, defienden con firmeza las ayudas a quienes vienen de fuera en busca de trabajo y una vida mejor, la alcaldesa no puede tragar y olvidar sus convicciones por unos votos.