Todos los años me preguntan por esta etérea enfermedad. Siempre respondo, ¡no existe!, es un malestar sutil que se esfuma solo. Y ahí callo, pues un servidor, como todo delgado-asténico -los doctos dirían leptosomático-, está asolado por la astenia, la galbana y la pereza. Incluso escribir esta columna me parece como trepar por ella a pulso. Así que, lo dejo para luego, abro la ventana, me asomo al paisaje y veo la luz que me deslumbra, pero que también lo engalana; la templanza que me aplana, pero que encandila las flores; salgo a pasear, el asfalto es cuesta arriba; intento ir al campo, esta bello, me siento algo mejor; regreso a la calle y me sorprende la belleza de una mujer hermosa, me animo y noto que la belleza se alía con mis ojos y estimula mi cerebro. Ya lo dijo Pessoa, la belleza no existe, es el nombre que doy a las cosas a cambio del placer que me producen. Y así regreso al teclado, que ahora me parece menos fatigoso. Pienso, si la belleza produce placer deseamos poseerla, luego belleza más placer igual a deseo.
En el cerebro, cuando percibimos algo como bello y lo deseamos, se activan los circuitos cerebrales de la recompensa, en los que abundan las endorfinas y la dopamina, neurohormonas que actúan como estimulantes de las ganas, que, en definitiva, son pura energía instintiva. Curiosamente esos circuitos están en las zonas del cerebro donde se manejan las emociones, es decir donde se reúnen belleza, placer y deseo. Por eso la belleza nos conmueve, nos motiva, nos estimula. ¡Está claro, la mejor cura de la astenia primaveral es la belleza de la primavera! Asunto resuelto. Ya lo dije, esta enfermedad es liviana y se cura sola. Pero la belleza es más que circuitos y hormonas, es una de las virtudes más valoradas por los seres humanos, pues no en vano es el resultado de un proceso evolutivo, natural y cultural que hemos ido atesorando a lo largo de siglos, y cuanta más atesoras y más muestras, más éxito social y sexual tienes.
Así que nada de astenia, olvida la desidia, ponte guapa, guapo, date un garbeo, abre bien los ojos y disfruta, que ha llegado la primavera y ha traído una ardorosa vitamina contra la astenia, que además es gratis: ¡la belleza!