El Ayuntamiento de Burgos ha vuelto a poner en marcha la campaña de bonos al consumo, esta vez para los sectores del comercio y la hostelería. Se podrá estar más o menos de acuerdo con la idoneidad de esta medida, pero lo que creo que no es discutible es que el momento para desarrollarla este año no podía ser menos adecuado.

La campaña Bonos Burgos se puso en marcha en 2020 con el objetivo de reactivar el consumo tras la pandemia. Afortunadamente ya casi ni nos acordamos, pero en el otoño de 2020 la covid-19 estaba muy presente en nuestras vidas, y en aquellas semanas la apertura de las terrazas de los bares y restaurantes ya se consideraba un lujo que no siempre nos permitía en nuestra ciudad el entonces tan citado y ahora tan olvidado político Francisco Igea. No me he podido resistir a nombrarlo, me vais a perdonar… Pero volviendo al tema que nos ocupa, en ese momento esta iniciativa estaba más que justificada.

Este paquete de ayudas ha tenido continuidad, aunque con variaciones en los sectores incluidos y en el importe subvencionado, en los dos años siguientes, en los meses de septiembre a noviembre (hasta el 4 de diciembre fue lo más tarde que se extendió el canje de bonos en 2022, y solo para la hostelería), con un notable éxito, aunque es cierto que decreciente, de crítica y público. Tres años después de su puesta en marcha, cabría preguntarse si esta medida sigue siendo prioritaria en estos momentos, en detrimento de otras.

Sea como fuere, lo que parece fuera de toda duda es que si hay un mes en el año en el que no nos hace falta que nos animen a consumir es diciembre, que es justo cuando esta campaña va a desarrollarse este año: del 4 al 31, para ser más exactos. Con los restaurantes colgando el cartel de 'lleno' hasta fin de año, los bares a rebosar, y Papá Noel y los Reyes Magos a la vuelta de la esquina, los bonos traerán muy pocos beneficios a la hostelería y al comercio. Servirán para que algunos ahorremos gastando (concepto que personas lúcidas como mi pareja no ven muy claro), pero poco más.