Alfredo Scalisi

Plaza Mayor

Alfredo Scalisi


El blues del autobús III

18/12/2024

Comienzo felicitando a los burgaleses, pero no por encontrarnos en estas bonitas fechas, ya lo siento; ni siquiera me dirijo a la totalidad de los habitantes de esta bendita ciudad. Mis deseos van destinados exclusivamente a todos aquellos que para desplazarse al trabajo, para dirigirse a buscar a los niños, para ir a clase… dependen del Servicio Municipalizado de Autobuses. A todos ellos, mi enhorabuena por su paciencia, por su aguante, por soportar lo insoportable, por… me paro. En estas páginas he podido escribir sobre el hacinamiento que se produce en algunas líneas y que, involuntariamente, he asociado a imágenes de camiones transportando ovejas o de trenes hindúes con viajeros ocupando el techo; también he tratado la transformación de los conductores, durante los últimos viajes del día, en auténticos pilotos de Fórmula 1, lo que me ha hecho preguntarme si es que al final de la jornada premian a los tres chóferes más veloces con enormes botellas de champán mientras suena el himno de su país. Hoy hablaré de un invento que, lejos de colocarnos en la modernidad, nos ha llevado a la época más oscura de la Edad Media: me refiero al GPS. Si me dieran un céntimo cada vez que he perdido el autobús gracias al buen funcionamiento de esta maravilla de la tecnología en Burgos, y otro por cada minuto que he esperado mientras me anunciaba la inminente llegada del coche, no tendría que escribir estas líneas sobre el transporte público ya que tendría chófer particular. 

Todavía recuerdo ese día en que los viajeros aguardábamos los dos minutos que figuraban en el panel para que llegara el vehículo cuando, de golpe, el tiempo pasó a 42 minutos. Todos nos miramos sorprendidos y sacamos nuestros móviles. «Tranquilos, me pone que llega en tres minutos», dijo un joven. «Pues en el mío pone 26», dijo otro. «Ya, pues en el mío dice que está pasando ahora». Hubo carcajadas, y es que había cifras para todos los gustos, eso sí, las únicas que fueron exactas y fidedignas fueron las de los taxis que tuvimos que coger para llegar a nuestros destinos.