Hace no muchos días leía en este medio que las obras del tramo de Castrillo para mejorar la conexión entre la futura A-11 y la actual N-122 continúan paralizadas y sin visos de echar a rodar. Un hecho triste y a la vez curioso que no pudo dejarme más que perplejo por dos motivos. El primero, porque como se publicó aquí también, las obras formalizaron su contrato el pasado agosto, es decir, hace seis meses y tras una licitación de otros tantos. El segundo, porque el propio ministro Óscar Puente declaró valientemente hace menos tiempo que todos los tramos de la futura autovía estarían, sino en activo, en obras en esta nueva legislatura.
Rápido parece ser que se ha llevado el viento las palabras del político pucelano a su llegada a Moncloa. ¿Quiere decir eso algo? ¿Puede ser acaso una declaración de intenciones? Porque si tan importante es la infraestructura, como siempre se ha manifestado (que lo es), si empezamos así, cualquier prolongación de la agonía en su ejecución no dejaría de ser sino una nueva bofetada más a ese discurso tan estupendo de los partidos respecto a la España Vaciada.
Ahora bien. De igual modo, y más cerca aún si cabe, otro tortazo viene a resultarnos curioso a estas tierras: la desidia de la Junta para con la circunvalación de Aranda. Una infraestructura que tendría que completar el anillo de la ciudad y desviar gran parte del tráfico pesado, y de la que no se sabe nada desde 2019 cuando, el 16 de diciembre, se diera «luz verde a la contratación de la redacción de los proyectos» con la intención de que las obras comenzaran a finales de 2022. Bueno sí, miento. El pasado 3 de noviembre salía también a la luz en estas páginas que el presupuesto, antes fijado en ocho millones, se iba a disparar a 10,5. Eso, y que dado lo engorroso de la burocracia, la Consejería de Movilidad tenía ahora de plazo hasta abril de 2025 para completar los trámites previos a su licitación. Claro, si lo concretado no se pasa de fecha perdiendo así su vigencia y teniendo que volver a tramitarse. En definitiva, que ante fechas y palabras, donde dije digo…