Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


Vivir en la calle

30/01/2024

La muerte de un indigente en la calle (Ángel Mata se llamaba), el pasado día 8, ha provocado un sentimiento ciudadano de simpatía, dolor e inquietud. ¿Cómo puede haber pasado algo semejante? ¿No disponemos de asistencias que eviten ese tipo de tragedias? No es la primera vez, ni será la última, probablemente. El paso de los días llevará al olvido y amortiguará la posible sensación de culpa. Lo que no tuvo en vida, atención social, lo ha tenido tras su muerte. Al menos obtuvo un funeral en San Lorenzo, con arzobispo al frente, y un buen número de asistentes. Nada que objetar; algo es mucho más que nada. Al menos hay una manifestación de pesar y de solidaridad, aunque al señor Mata de poco le sirve. 

Algunos dirán que el funeral supone un acto de hipocresía, que en vida tenía haber llegado el acompañamiento. Pero esa manifestación también es hipócrita. La indigencia es un problema social de difícil arreglo porque interviene la vida de personas con complejas circunstancias. Pero sí cabe ampliar el perímetro de la respuesta más allá del funeral y del homenaje en la calle y de los sentimientos compartidos. Cabe ocuparse de las personas indigentes con mayor diligencia o, al menos, acreditar ésta. Porque, probablemente, los servicios sociales se ocupan de estas personas y no consiguen todo lo que se proponen. Pero el caso de Ángel Mata y la respuesta al problema merece más trasparencia y dedicación; o al menos que ésta sea conocida y divulgada. 

¿Saben los servicios sociales cuántas personas indigentes viven en nuestras calles? ¿Qué protocolo de actuación despliegan en estos casos? ¿Qué índices de éxito registran a la hora de conseguir mejores condiciones de vida para ellos? Son preguntas que merecen respuestas, al menos para llegar a la conclusión que esas vidas no están condenadas al fracaso. Para llegar a sentir que esa muerte no fue gratis, ni vana. Que consiguió un funeral, pero que dejó el aumento de la preocupación y dedicación a esas personas que como Ángel Mata han perdido la esperanza de una vida digna. En resumen, pasar de las musas al teatro y concluir que la sociedad tiene respuestas para los que pierden la esperanza.