El sábado fui a El Plantío a ver el derbi veraniego del fútbol burgalés, Burgos CF-Athletic Club. Y es el derbi porque es el choque entre el equipo de la capital y el que inunda de camisetas (pero a lo bestia) los infinitos pueblos de esta provincia en su mutación a resort estival. Era un amistoso, primer partido de pretemporada, sin importancia… Pero, por si acaso, ganó el Burgos.
La cosa es que, fuera del juego, me llamó la atención un asunto. En las vallas publicitarias electrónicas en las que se van sucediendo anuncios apareció uno que decía, y hablo de memoria: Burgos. Renacimiento. Capital Europea 2031. Ciudad Candidata. El mensaje sacó de un rincón profundo de mi mente toda esa mandanga. Ni me acordaba de que, efectivamente, Burgos aspiraba a semejante honor. Y lo mismo con el lema (Renacimiento) que ha calado menos que el «Acaba el desayuno» que lanzo cada día puntualmente al menor de mis hijos.
No estoy seguro, pero puede que esa publicidad en el estadio sea lo único que se esté haciendo para conseguir el objetivo. Y no es novedad, desde hace muchísimo se le ha puesto a esto tantas ganas como cuando, de pequeño, tu madre te decía que había que ir a visitar a una tía suya (seguro que toda la tarde), tú querías ir al parque y te obligaba, además, a poner buena cara y disimular. En lo de 2031 se trasluce, digamos, el mismo entusiasmo contenido.
Con este panorama hay, básicamente, dos opciones: se puede renunciar a la candidatura, que igual era lo más lógico, porque no hay nada peor que comer (o hacer otras cosas) sin ganas. O, si se quiere continuar con esto, ponerse las pilas. Una idea podría ser recuperar, por ejemplo para 2025, hitos culturales veraniegos de la ciudad que, por una cosa u otra (casi siempre por la misma), hemos dejado desaparecer. No son pocos ni pequeños y resultarían una buena carta de presentación. ¿De qué estamos hablando? Pues, para empezar de los cursos Mérimée de Sebastián, fundados en 1908, que inundaban de franceses/francesas la ciudad; del festival de cine Eninci, que unió durante años películas y literatura; del Electrosonic, que cuando se estaba haciendo un nombre fue decapitado; o del Enclave de Calle, que cerraba precisamente el verano y fue fulminado el pasado año.
Sin más, sin inventar, revisitándonos un poco. Y si, al final, no ganamos la capitalidad habremos sacado un verano de cultura, que no es un premio menor.
Salud y alegría.