Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


No en Burgos

22/01/2025

Instalados de nuevo en Oriente los Reyes Magos, y con el invierno en toda su crudeza, el frío y las estadísticas nos han traído de vuelta a la realidad de un enero cuyo marcador comienza, inexorablemente, encareciendo cada detalle de la vida misma.

De hecho, a juicio de la temperatura y de los datos sobre los precios del alquiler y la energía que van publicándose, si a Dios le diera por volver a este mundo en el seno de una joven familia con un único sueldo, probablemente las cuentas no cuadraran para pagar la renta mensual de un piso/pesebre y de los dos calefactores que les dieran el confort del buey y la mula, al menos, no en Burgos.

Con un alquiler de vivienda a precio de primera línea de playa (un 8,4% se ha incrementado de media en la provincia de Burgos en 2024), dudo de que la pareja que sacó a Jesús adelante con todas las dificultades que encarna criar al hijo de Dios, pudiera establecerse en el siglo XXI en mejores condiciones que hace 2025 años. Y si algo llegara a mejorar su calidad de vida, se referiría a la ventaja que le ofrece la escasez de carpinteros en el mercado laboral burgalés, una falta de competencia que quizá podría permitir a José encontrarse en mejores condiciones que otros autónomos.

Desde que soy capaz de recordar, el precio de la vivienda, ya sea en alquiler o en compra, ha sido siempre excesivo en Burgos. De hecho, se encuentra entre las provincias más caras de Castilla y León y su crecimiento anual, entre los más altos de España.

Resulta difícil llegar a comprender cómo en un territorio poco poblado, con una pirámide de población cada vez más invertida, que no contempla a medio plazo ningún acontecimiento que haga prever una situación reversible, mantenga un déficit de vivienda tan importante. 

No creo que si algún día el Mesías decide volver a este mundo siendo un niño, lo haga siendo burgalés. Pero si así fuera, además de agradecerlo un censo en decadencia, sus convecinos haríamos lo propio para pedirle que, entre los posibles milagros previstos, obrara el de mantener en este territorio la vivienda al precio que vale y no al que cuesta. Aunque, siendo realista, todo hace presagiar que este tema no hay Dios que lo arregle.