El otro día andaba por la zona de la estación de autobuses, tenía que recoger a alguien que llegaba. Me acerqué con tiempo porque es difícil aparcar, pero tuve suerte, encontré sitio a la primera y como además el bus traía retraso, me metí en el Museo de Burgos. Atravesé la puerta y, sin más, ¡plaf! estaba en medio de un fabuloso patio renacentista, pura paz, mientras fuera todo era jaleo, bullicio y coches en doble fila.
Entré porque el sitio me flipa y porque soy una de las pocas personas que sabe que allí está el Museo de Burgos. Se trata de una información reservada y lo seguirá siendo porque, como me percaté al salir, el museo no tiene cartel fuera. En serio, un palacio con cientos de metros cuadrados, miles de obras, en pleno centro de la ciudad, está camuflado como si se lo quisiéramos esconder al enemigo ante un posible bombardeo. Bueno, no es del todo cierto que no cuente con un cartel que lo identifique. En la fachada hay un metacrilato, más o menos del tamaño de este diario, en el que pone Museo de Burgos, al mismo tamaño que puede leer Diario de Burgos en la portada del periódico, y después un testamento con la letra más pequeña que la de esta columna.
Contrasta esta política de, llamémoslo, marketing con lo que se ve en el resto de la calle y también con el sentido común. En la misma acera o la de enfrente se puede leer, con gran profusión tipográfica (bien grande) cosas como Mercado Sur, droguería, clínica dental o estación de autobuses. Una locura.
El asunto del (no) cartel es significativo de la situación del museo que guarda lo que han hecho los humanos en este territorio desde la prehistoria hasta ayer por la mañana. Su problema es que es de todos y de nadie, en uno de esos embrollos administrativos que usan para liarnos y eludir responsabilidades. Es de titularidad estatal, pero la gestión es de la Junta que se comprometió a reformarlo y ampliarlo, dejó el proyecto criando polvo en un cajón y ahora dicen que harán algo más modesto (y solo dicen, hacer es otra cosa).
Y esto es una pena en una ciudad candidata a Ciudad Europea de la Cultura (¿recuerdan?), viendo por ejemplo museos similares, como el de Palencia, una maravilla de intervención arquitectónica moderna y de propuesta expositiva en un edificio antiguo.
Si es cierto que la Junta quiere hacer algo en el Museo de Burgos, apañadito, pero bien, propongo pintar en la fachada enorme esa que tiene, en letras bien grandes, Museo de Burgos. Si no quieren dibujar sobre la propia piedra, ponemos un metacrilato y listos. Me ofrezco para pintarlo personalmente. Por la cultura, lo que haga falta.
Salud y alegría.