De la covid deberíamos haber aprendido varias cosas, como la vulnerable naturaleza humana o la importancia de la inteligencia y la solidaridad, pero me temo que lo más notorio ha sido nuestra inmunda naturaleza. De ahí viene la razón del título. Me explico. El sábado se celebró el día mundial del comercio justo, evento que reúne tres palabras difíciles de casar. Mundial viene de mundo, que además de al planeta y al universo, se refiere a lo que es limpio y elegante, frente a su contrario, lo inmundo, sucio y soez. La segunda palabra, comercio, sale de unir con, tener, poseer, y merx, mercancías. Curiosamente el origen de esta palabra se remonta a los agricultores y ganaderos latinos, que vendían sus productos en los mercados de Roma. Y finalmente lo justo es tratar y ser tratados de acuerdo con la ley justa. Como dije, tres palabras casi imposibles de reunir sin disonancias. Y todo eso no es palabrería abstracta. De ellas se derivan cosas tan concretas como la invasión de las carreteras por los tractores, la insufrible morbosidad del comercio inmobiliario o la inmundicia oculta tras las impolutas mascarillas. Luego, me reafirmo, del asunto COVID hemos aprendido más lo malo que podemos ser que lo bueno que logramos ser cuando nos conviene. Pero para esto se necesita que estemos organizados, ordenados en torno a elementos comunes, como el sufrimiento, la necesidad y la carencia, y líderes justos y 'mundos', es decir, limpios por fuera y por dentro. Ahí es donde viene la tercera palabra del título, cosmos, que es el mundo, pero en versión griega. Cosmos significa orden, limpio, elegante, y su contrario es el caos. De cosmos viene cosmética que nos ayuda a parecer buenos y bellos por fuera, aunque por dentro seamos inmundos y caóticos.
Homero usó esa palabra en la Ilíada para referirse a la capacidad de un gran líder para organizar las tropas y recursos para la batalla, y también las instituciones. Luego, la reflexión de hoy debería ser que el mundo, limpio, y el cosmos, bello, que es asunto de todos y para todos, es nuestro deber y nuestro derecho organizarlo y protegerlo. No debemos dejarlo en manos de líderes inmundos y caóticos, como sucede, o al menos eso parece, en la política española actual. El mundo limpio y el cosmos bello es de todos, y no deberíamos dejarlo en manos de personas inmundas o caóticas que lo mercadeen con injusticia.