Con, sin y a pesar de los políticos, la españa con minúsculas, va bien. La inmensa mayoría de los que trabajamos a pie de Hacienda lo seguimos haciendo pese a que refunfuñemos mucho a diestra y siniestra. Ellos, pese a ello, siguen en sus trece, sin percatarse de que empiezan a aburrirnos, y ese es su problema, aunque no quieran aceptar que son unos aburridos. Pero deberían saber que si no nos entretienen, los olvidaremos. Y es una pena, porque si nos privamos de ese espectáculo gratuito, para el que no es necesario reservar entradas…
Perdón, me equivoco, no hay que reservar entradas, cierto, pero gratuito no es, que nos cuesta un pastizal que ellos se sienten en nuestros sillones y disfruten de sus prebendas y privilegios -éstos no son nuestros, los sillones sí-.
Ellos, aún así, siguen distraídos, esponjándose ufanos cuando les ponen un micrófono y una cámara delante de sus entrenadas sonrisas. La verdad es que cada día hay más distancia entre lo que dicen y hacen y lo que percibimos los ciudadanos.
Por ejemplo, éstos días la ministra de Sanidad, a la que no tengo el disgusto de conocer ni interés ninguno, ha dicho cosas ofensivas contra los psiquiatras y las personas y familias que los necesitan. Al principio pensé en refunfuñar fieramente, pero luego medité, para qué, si lo que esa señora dice o hace no influye en absoluto en lo que sienten y padecen los pacientes, ni tiene ciencia ni competencia, las tiene Alejandro, luego para qué ponerle delante un altavoz.
En fin, que los de la españa minúscula, lo que hacemos mucho o poco, bien o mal, lo hacemos entre todos, y lo compartimos incluso sin quererlo; y lo que sabemos lo sabemos entre todos y lo compartimos incluso sin saberlo. Pero lo que no hacemos y lo que ignoramos no podemos compartirlo ni enseñarlo, es más, ni siquiera sabemos que no lo sabemos.
Pues eso; pero usted se preguntará a qué viene tanto galimatías, y con razón. ¡A nada!, es solo que estaba enfurruñado con la ministra, y empecé esta columna y no sé cómo acabarla.
Bueno, sí lo sé. Sé que nuestra España es con Mayúscula, y que la españa con minúscula es la suya. Con minúscula, que viene del latín minus, que significa sirviente y menor, como ministra, que también viene de ahí, aunque ella no lo sepa.
En fin, querida señora, y de momento ministra, a que puede que incluso llegara a tener gusto por conocer, que perdone usted el galimatías.