Hace justo un año, y en este mismo espacio, hablaba del resurgimiento del sarampión en distintas localidades en Europa, asociado a comunidades que rechazan la vacunación. Esta enfermedad se consideraba erradicada de Europa y Norteamérica gracias al uso de una de las vacunas más eficaces que se conocen contra un agente infeccioso. La vacuna del sarampión es parte del calendario vacunal pediátrico y se administra a niños en dos dosis, conjuntamente con las vacunas de las paperas y de la rubeola.
A pesar de su efectividad y de su perfil de seguridad hay personas que están convencidas, erróneamente, de que puede causar autismo, lo que ha fomentado el rechazo a la vacunación en distintas localidades del mundo. Es en comunidades donde hay un porcentaje grande de no vacunados donde los brotes de sarampión ocurren. Y, por desgracia, cada vez estas comunidades son más numerosas. La última adición a la aparición de casos de sarampión ha ocurrido en Texas, donde, con fecha de mediados de marzo, se han detectado 259 casos, de los cuales 34 han requerido hospitalización y uno de ellos, un niño no vacunado, ha fallecido. Todo esto se hubiera podido evitar si la gente de esa localidad se hubiera vacunado.
El brote de sarampión en Texas no ha terminado, y el virus se ha extendido al estado vecino de Nuevo México. La enfermedad no tiene cura, y o se resuelve por sí sola, o causa complicaciones severas, como neumonía e inflamación del cerebro. El virus que la causa es uno de los más infecciosos que se conocen, y se necesita que al menos se vacune un 95% de la población para evitar su transmisión, la cual tiene lugar mayoritariamente entre los no vacunados.
En Estados Unidos, la vacunación de sarampión disminuyó durante la pandémica de COVID-19, y es de solo el 93% de la población, un número que no es adecuado para frenar brotes de este virus.
Para agravar la situación, todo esto está ocurriendo en un momento donde el nuevo ministro de Sanidad de los Estados Unidos, Robert Kennedy, es una persona que públicamente expresa dudas sobre la efectividad y la seguridad de la vacuna del sarampión, y recomienda tratamientos que no han sido probados que funcionen, como el consumir hígado de bacalao o tomar vitamina A.
En un momento donde se hubiera podido reforzar por parte de los representantes políticos el mensaje de la importancia de la vacunación para prevenir este brote, y frenar los movimientos antivacunas, con el claro ejemplo de qué es lo que ocurre cuando uno no se vacuna, el mensaje de las autoridades es que lo mejor es tener una dieta sana, ya que no te puedes fiar de la vacunación. Este mensaje, si sigue así, va a causar mucho daño, ya que mientras siga habiendo gente que se niegue a vacunarse, no se van a poder evitar muertes por agentes infecciosos que no hubieran ocurrido en el caso de que las personas afectadas hubiesen estado vacunadas.