Algo se debe estar haciendo bien en materia de medio ambiente y protección de la biodiversidad cuando activistas de Greenpeace entran en varios museos, entre ellos el de la Evolución Humana de Burgos, para colocar una pieza de cerámica con un texto que dice: Agricultura familiar ¿en extinción? Qué tiempos aquellos en los que los activistas de esta organización se manifestaban y encadenaban a las puertas de la central nuclear de Santa María de Garoña para exigir su cierre al Gobierno socialista de turno.
Los tiempos han cambiado y al parecer las preocupaciones de los ecologistas también. Con la nuclear en proceso de desmantelamiento, ahora el objetivo de estos activistas ambientales es defender la agricultura familiar, convirtiéndose en una organización profesional agraria y saliendo a defender lo que no tienen en cartera los sindicatos agrarios tradicionales. Mira que no hay situaciones y proyectos que denunciar, sin ir más lejos todas las iniciativas que pretenden convertir a La Bureba, el hasta ahora granero de España, en un mar de placas solares y de molinillos para hacer negocio aprovechando las líneas de evacuación que han quedado sin uso por el cierre de Garoña.
Pero Greenpeace no pone el foco en esta situación, que cambiará completamente la biodiversidad de la comarca burebana y su imagen, sino que lo hace sobre la agricultura familiar, lo que es de aplaudir, porque estas explotaciones, en su gran mayoría, pasaron a la historia hace tiempo (dicen que se han reducido en un 36% desde el año 2007) por inviables económicamente, excepto algunas ganaderas que perduran con no pocos problemas.
Es de agradecer que Greenpeace vuelva a poner en primera línea de su ideario la defensa de la agricultura y ganadería, los dos sectores que más hacen por la conservación del medio ambiente, pero también sería gratificante que, fiel a sus principios, continuara enarbolando la bandera de la defensa del medio ambiente y la biodiversidad, ya que si importante es la agricultura familiar para la sostenibilidad del medio rural no lo es menos poner coto a la proliferación de campos de placas solares en las tierras más fértiles. Bienvenidos sean los ecologistas al campo.