Hay cosas que no tienen doble o triple interpretación, que son claras como el agua de los arroyos de montaña, pero que a pesar de ello a algunos les cuesta verlo. No me pregunten el motivo, no acierto a entenderlo. Quizás es que demasiados políticos y gestores de la cosa pública no aciertan a visualizar desde su despacho en Madrid, Valladolid o cualquier otra capital soluciones sencillas a problemas diarios en la vida de los ciudadanos del medio rural, en esta ocasión periféricos. Me refiero al conflicto, si es que existe porque hay bastante confusión, entre la Junta y el Gobierno vasco para la atención de un gran número de burgaleses del norte de la provincia en los centros sanitarios de Vizcaya o Álava. Solo hay que aplicar el sentido común para tener claro que hay que llegar a un acuerdo para que estos vecinos de las Merindades puedan desplazarse a los hospitales de Cruces (Baracaldo) o a Txagorritxu (Vitoria), que se encuentran a poco más de media hora de sus casas, y no tener que acudir a la capital burgalesa (a hora y media de distancia en coche).
Las relaciones de vecindad, incluso familiares, no entienden casi nunca de fronteras ni de divisiones administrativas, por ello hay que facilitar la vida a los habitantes de los pueblos. Precisamente cuando se trabaja en medidas para luchar contra la despoblación hay que poner el sentido común encima de la mesa y aplicar soluciones lógicas y que reclaman unánimemente los ciudadanos. Los gobiernos y los políticos están para eso y deben negociar y alcanzar un acuerdo para que el acceso a los servicios públicos básicos sea de la forma más cómoda y menos lesiva. Esto es lo que todo el mundo entiende como 'política útil', ésa que pregonaba el expresidente de la Junta, el burgalés Juan Vicente Herrera, y que es momento de llevar a la práctica.