El dato es de hace unas semanas, pero me llamó poderosamente la atención. Las cosas no siempre cambian tan rápido como para dejar obsoleto que casi el 40 por ciento de la población mundial evita «con frecuencia o a veces» las noticias de actualidad. Al parecer esta cifra ha ido in crescendo en los últimos años debido a la pandemia o las guerras de Ucrania y Oriente Próximo. Vamos, que lo que no nos gustan son las malas noticias. Y lo entiendo, pero no lo comparto.
Claro que me parecería magnífico y muy gratificante dar la noticia que toda miss que se precie quiere escuchar, que se acabe el hambre en el mundo, que cesan las guerras, que la justicia llegue a cada rincón del planeta, que se dinamiten todas las fronteras que nos dividen y nos diferencian... El espíritu wonderfuliano está fenomenal para sobrellevar los pequeños sinsabores del día a día, pero que cuatro de cada 10 personas huyan de la realidad porque las noticias les parecen «deprimentes, incesantes y aburridas», me parece bárbaro.
Vivimos en un mundo complejo y la necesidad de estar bien informados es más importante que nunca para entender cómo funciona. ¿Se pararán a pensar esas personas cómo sería nuestra vida sin tener la opción de conocer qué pasa para poder actuar en consecuencia? Suena tópico, lo sé, pero una ciudadanía bien informada es el pilar de la democracia.
Y aquí no vale el derrotismo. Combatir la desinformación y los bulos no tiene que ser cosa del Gobierno pese a que ayer al presidente, Pedro Sánchez, se le llenara la boca hablando de regeneración democrática. Me da la risa cuando unos partidos y otros se acusan de «comprar líneas editoriales» de los medios de comunicación cuando el uso de la publicidad institucional por su parte con fines espurios es más viejo que el hilo negro. La línea ideológica -la que sea- en los medios está mal, sin embargo no lo está poner a los de tu cuerda al frente de instituciones como el Tribunal Constitucional (Cándido Conde-Pumpido), el Consejo de Estado (Carmen Calvo), la Fiscalía General (Álvaro García-Ortiz), Radio Televisión Española (Concepción Cascajosa) o el CIS (José Félix Tezanos) y, previsiblemente hoy, el Banco de España (José Luis Escrivá). Esto sí es una noticia «deprimente, incesante y aburrida».