Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


Desafección política

21/10/2024

La afección implica afecto, inclinación, sentimiento de encuentro y de acuerdo, es decir, confianza. La desafección supone todo lo contrario, es decir, rechazo, hastío, decepción… Ese parece ser el sentimiento mayoritario, según las encuestas bien analizadas, de la ciudadanía con respecto a los políticos que nos gobiernan (incluida la oposición). 

No es la inmigración el primer problema de los ciudadanos, esa es una monserga, a la gente le preocupa la incapacidad de los políticos para afrontar los problemas más acuciantes, su estrechez de miras, su carencia de educación y la falta de ejemplaridad. La conversación política es deprimente, de muy baja categoría intelectual y moral. Centrada en ellos mismos y en sus cuitas descalificatorias. Gira en torno al «y tú peor» que no sirve de nada para mejorar la convivencia.

Alguien, entre esos políticos activos, debe darse cuenta y dar un puñetazo en la mesa para parar y rebobinar. Por el camino actual no van a ningún sitio, solo consiguen el desdén de los ciudadanos, que no se ven representados ni concernidos por las preocupaciones/ocupaciones de los políticos. Puede parecer lógico que su principal dedicación sea la de alcanzar o mantener cuotas de poder; pero ese es un objetivo instrumental que se alcanza con merecimientos, con mensajes que capten en interés y la afección ciudadana. 

La principal responsabilidad es de los jefes, los presuntos líderes de los partidos que marcan la pauta y condicionan el discurso y las actitudes de sus colaboradores más directos y afectos. Sánchez y Feijóo son los principales responsables del albañal por el que se desliza la política. Ellos deben ser ejemplares a la hora de ordenar el tráfico de la acción política, los que deben tener la capacidad de interpretar las necesidades de los ciudadanos. Y no están en el buen camino, suspender por méritos propios y no muestran señales de rectificar. Arrastrar a los demás al mal camino porque han renunciado a la ejemplaridad y un buen sentido. No se ganan el sueldo y la historia les pasará factura.