Prometo que hoy venía con una historia bonita en la cabeza, pero va a ser que no. No, porque ayer se cumplieron 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz y cuando a una persona con un poco de corazón le viene aquello a la cabeza no puede contar historias bonitas. Estoy segura de que, en su medida, las hubo y que precisamente esas intrahistorias son las que otorgan la condición que da nombre a la humanidad.
Lo cierto es que nunca he estado allí. Y no creo que me atreva jamás a atravesar las jambas que sujetan ese lema -«El trabajo te hace libre»- que hace de dintel. Más de un millón de personas que lo hicieron no regresaron. No me digan que no da miedo solo imaginar el avance de los vagones por esos raíles en los que los turistas ahora se hacen fotos posando para Instagram. No me digan que no da miedo pensar que el ser humano ha sido capaz de crear algo tan terrorífico como las cámaras de gas, como Auschwitz.
Comprendo y comparto el alegato a la memoria de este tipo de lugares, pero no, no pienso a ir al campo de concentración de la entonces Polonia ocupada. Tuve ya mi dosis de horror hace unos 20 años en el de Sachsenhausen, muy cerca de Berlín. Imposible olvidar lo que sentí en aquel lugar un gélido enero en el que el hielo congelaba cada paso antes de darlo. Imposible olvidar el hedor que todavía se intuía en los barracones o aquella enfermería en la que se debió torturar a centenares de personas en pos de una ciencia mal entendida. Cómo no recordar el silencio que se hizo en un grupo de amigos que había llegado a Alemania a divertirse, pero que se dio de bruces con una realidad histórica que los libros de texto no habían sido capaces de explicar.
Recordar el pasado, aunque no se pueda comprender con los ojos del presente, es una de las maneras de no volver a caer en sus errores y de tratar de evitar los propios. Quizá ahora sea impensable un Auschwitz como el de 1945, pero el populismo, la propaganda y la manipulación de las masas que llevó a aquella barbarie siguen de alguna manera enraizadas en la actualidad.