Estimado lector. Vengo hoy a recordarles, por desgracia, lo que ya anuncié aquí hace poco más de un mes. Y es que corría enero cuando en DB se ponía de manifiesto que las obras de la A-11 a la altura de Castrillo de la Vega continuarían paradas por el momento. Entonces yo hacía mención a las palabras del ministro Óscar Puente y a su discurso; una perorata que, envalentonada, rezaba que durante esta legislatura todos los tramos estarían hechos o en marcha. Pues bien, si en aquel entonces no me lo creía, hoy, pasada la última vorágine mediática de esta persona (por tratarla con el respeto que atañe su cargo), lo hago menos aún.
Así lo avisé. ¿Puede ser esto acaso una declaración de intenciones? En efecto. Todo y más cuando, muy ufano, el ministro no vacilaba en adelantar hace apenas días que la línea del Directo es más que posible que no se reabriera. Lo hizo sin apenas pestañear y sin levantar la voz para perplejidad del resto de interlocutores. También, sin esperar el resultado del enésimo encargo de estudio de viabilidad a Adif.
¿Qué quiere decir esto? Pues que, por mucho que después sentenciase que no era su intención la de agravar a nadie, en la misma intervención ya demostró lo contrario, esgrimiendo frases como que «la gente habla del Directo como si fuera una línea de AVE» al unísono que rememoraba el manido argumentario de la rentabilidad. Y es que a este señor no deja de caérsele la careta cada vez que alguien le obliga a salirse de la comodidad del discurso oficial. ¿Por qué? Pues porque venir de Castilla y León, una tierra con una dispersión y un problema demográfico como el que tiene, y jactarse de menospreciar, aislar y pretender colapsar al tercer polo industrial cuando éste es uno (por desgracia, porque ya podría no ser así) de los pocos motores que continúan tirando de la zona, me parece cuanto menos una falta de respeto. Pero hacerlo mientras duda por el camino de la rentabilidad de la línea, cuando lo menos rentable de España son precisamente los AVE, me parece ya miserable.