María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


Gente ‘pa tó’

09/10/2023

Al invierno no se lo come el lobo, ni al verano tampoco, dice el refranero. El lobo solo se come a las ovejas de Santa María del Mercadillo, que hace unos días hincó el colmillo a veintitrés y se volvió a su guarida con su botín de sangre y lana, pero con el invierno no puede y con el verano tampoco, y aquí estamos, soportando calores estivales en otoño y superando el récord de temperatura de todos los octubres burgaleses habidos y, tal vez, por haber.

El veranillo de San Miguel se nos está yendo de las manos, como el lobo, y aunque hay quien lo vive con dicha, este inesperado Caribe pasa ya de castaño a oscuro y no somos pocos los que ansiamos que llegue el fresco de Burgos, el frío, vaya, porque con estas dentelladas de calor no hay quien ose comprar unas castañas asadas en los puestos que ya están en la calle, ni a pedir cita para vacunarse contra la gripe y evitar así la penosidad de encamarse. Hay gente pa tó, como decía Rafael el Gallo, gente rara como González Ruano, que sacaba gustillo al proceso gripal. ¡Qué ingenua vanidad tenemos los enfermos!, decía; esta sensación de encontrarme con la piel ardiendo, la boca seca, la cabeza poco segura... Podemos quejarnos un poquito, pedir tonterías, decir vaciedades y todos nos darán la razón. ¡Ah, qué estado de raro privilegio! Pese a estas elucubraciones un tanto infantiles, sin duda, fruto del estado febril del escritor, nadie quiere coger la gripe o que le coja la gripe, que vaya usted a saber quién coge a quién, no queremos el virus que se lleva por delante casi cuatro mil españoles al año, menos que el lobo, eso sí, que mata catorce animales al día, o sea, más de cinco mil al año solo en Castilla y León.

Entre la gripe y el lobo nos vamos a quedar en cuadro, pero, mientras tanto, aquí estamos, dándole con furia al abanico en octubre, esperando el otoño que no llega, la plenitud del tiempo de las castañas de caoba y las hojas tristes que cantan los poetas, esperando el fresco, el frío, la lluvia, ¡ah!, la lluvia tiene un vago secreto de ternura… No hay que sorprenderse de esta querencia; ya lo hemos dicho más arriba: hay gente pa tó. 

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