No se podía saber. Cómo íbamos a imaginar que podría suceder algo parecido. Menudo sorpresón ha resultado que el autobús de primerísima hora de la mañana para ir a coger el AVE de las 7 haya resultado un fiasco. Ironías aparte, eso estaba más cantado que el Balón de Oro de Benzema.
Como ya le pasó hace unos años (gobernando el PP) con el aeropuerto, el Ayuntamiento de Burgos se sintió obligado a poner un transporte público para que no se dijera, para que no se le pudiera criticar por no haberlo ni siquiera intentado. Y tal y como sucedió entonces, ahora con el PSOE y Cs al mando, la realidad ha demostrado que el desplazamiento colectivo solo funciona de verdad cuando se le ponen trabas al coche.
Si el aparcamiento es fácil, si no hay atascos, si el uso es tan puntual que no conlleva un despilfarro de gasolina diario, la gente se mueve en su coche. Es lógico. Uno tiene que estar cuando todavía no ha amanecido en la estación/páramo Rosa Manzano, se va a gastar 40 pavos en ir a Madrid, va a hacer negocios, a darse un capricho o se lo paga la empresa, y lo menos apetecible del mundo es estar pendiente del horario de un bus urbano. Porque con el coche particular se llega mucho antes, el estacionamiento es gratuito y a la vuelta estará ahí tu vehículo para darte una cálida bienvenida.
El fracaso anunciado del autobús del AVE nos ha vuelto a demostrar que el buenismo del transporte alternativo no funciona en las ciudades pequeñas en las que el uso de tu propio coche sigue siendo sinónimo de comodidad. Los que van andando, en bus o en bici es porque encuentran ventajas en ellas (económicas o de cualquier otro tipo) frente al desplazamiento particular. Si estas no existen, los esfuerzos de la administración serán meros brindis al sol que solo conseguirán un titular el día que se ponen en marcha y otro el día que se rinden a la evidencia. Por el camino, un gasto absurdo en medios humanos y materiales.
Acabada esta escaramuza sin mayor trascendencia, la verdadera guerra con el AVE debe ser la de la paciencia y la constancia. Tiempo al tiempo para que cuaje la cultura del viaje en tren y a dar la chapa en Madrid para que Renfe sepa que Burgos existe.