Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


Carmen Martín Gaite

25/04/2024

Para Toni, esperando no defraudarle. Junio 1975, y una firma de Carmen Martín Gaite de hace cincuenta años. No conozco a Toni, y no sé si le gustó; tampoco a Carmela, que murió antes de mi primer año de vida; pero les confirmo que ayer compré por veinticinco euros esta firma hecha, también, veinticinco años antes de que yo naciera.

En esta semana en la que celebramos dos de mis pasiones (Castilla y la lectura), no se me ocurre mejor propósito que homenajear al tesoro que ha sido para las letras castellanas Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) y que volviera a ser tendencia este icono literario patrio. 

Creerán que soy otra veinteañera inventando la rueda, pero quizás mi descubrimiento personal de hace unos meses le empuje al Espolón a comprarse Caperucita en Manhattan, o a que ese adolescente que ha llegado a mis palabras por casualidad descubra Entre visillos, o que usted, profesora de un instituto, muestre a sus alumnos el dolor por la incoherencia que es la vida narrada de la forma más bella en Un otoño en Poughkeepsie

Mi favorito -de momento- es Retahílas, porque me recuerda a cómo hablan las mujeres de mi familia. Todos esos diálogos femeninos que he escuchado desde pequeña que para mí son la voz y radio de Castilla. Un monólogo interno que se hace externo y que se dispara como una metralleta. Una conversación con un sólo emisor en el que se hilan los temas con una hebra muy fina que no hace pesado el producto final, pero que hace que veinte minutos más tarde no recuerdes el inicio de la bobina, pero hayas enhebrado, hecho la canilla y terminado de coser, quedando todavía hilo dialéctico del que tirar.

Leer las menos de cien páginas de Retahílas me transportó a la calle Diego Laínez, cuando en jornadas maratonianas de compras entraba en cualquier comercio con alguna de mis mayores y empezaba el espectáculo. No tengo ni columna ni talento suficiente para volcar en tinta esas conversaciones de mi infancia que han ido desapareciendo, pero tengo la suerte de que Carmela, que cumpliría ahora 99 años, comparte sin haber vivido conmigo esas voces, esos recuerdos, ese humor y las ganas de compartirlo con el público.

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