«Miramos el mundo una sola vez, en la infancia». El resto es memoria. Louise Glück

Louise Glück, Premio Nobel de literatura 2020, tiene razón al decir que solo en la infancia miramos el mundo, todo aquello que nos rodea en nuestros primeros años de vida, la curiosidad, la investigación del entorno, el afán de descubrir en cada momento, es lo que vamos asimilando y haciendo nuestras las experiencias sentidas, experiencias que nos acompañarán a lo largo de nuestro viaje por el mundo. Ahí radica lo que nos diferencia a todas las personas: el modo de percepción del mismo objeto o comportamiento de las diferentes miradas.

Lo que observo en una persona, no es su forma de vestir, son sus ojos y sus manos. Estas dos partes de nuestro cuerpo dicen mucho de quienes somos, porque los ojos no engañan y las manos expresan lo que nuestra boca no dice -la denominada expresión no verbal-.

Como decía anteriormente, hay muchas clases de miradas que definen a quienes las emiten y nos dan señales de por dónde pueden ir las opiniones sobre un asunto concreto, aunque no necesariamente tienen que producirse a través de la mirada física, porque hay otras clases de miradas.

Pongo por ejemplo la expresión 'estrecho de miras' (falta de amplitud intelectual, estrechez de criterio), lo que puede llevar a dejarnos dirigir por opiniones ajenas sin hacer nuestro propio análisis; o aquella otra de 'mirar para otro lado', utilizada con mucha frecuencia -demasiada diría yo- porque ¿no es lo que estamos haciendo ante los diferentes conflictos bélicos? ¿No estamos cerrando los ojos ante esta inhumanidad? ¿No estamos negando a esa infancia la visión de un mundo en el que puedan desarrollar lo aprendido en libertad, si en algún momento pudieron aprender sin ser violentados?

Reconstruyamos nuestra retina y recuperemos los recuerdos. Todavía estamos a tiempo de hacerlo.