Concha Rollizo

Aguas Abajo

Concha Rollizo


¿Todavía queda gente?

03/10/2024

«No son muertos los que en dulce paz descansan bajo la tumba fría. Muertos son los que tienen el alma fría y viven todavía.» Rubén Darío, poeta nicaragüense.

Terminaba mi anterior artículo deseando que los tiempos cercanos nos trajeran buenas noticias, pero mi deseo se ha visto frustrado. Era mucho pedir que los enfrentamientos bélicos pudieran remitir en tan corto espacio de tiempo. No solo no ha sido así, si no que la situación se ha recrudecido hasta límites insoportables.

Israel, sigue con su afán destructivo y dirige su objetivo a Líbano con las mismas o peores intenciones de convertirle en una nueva Gaza (según noticias de la ONG Oxfam Intermón más de 1.000 personas han muerto en estos últimos días en ese territorio). En el momento actual desconozco el dato real.

No sirve de nada, repito, de nada, que la ONU y la Corte de Derecho Internacional se pronuncien a favor de Palestina y promuevan sanciones a Israel (ya lo hicieron otras veces con nulo resultado), porque el ejército de Netanyahu se lo pasa por donde ya sabemos.

Los muertos no pueden descansar en dulce paz  -como dice el poeta- porque su muerte ha sido violenta y no deseada a manos de los que tienen el alma fría -yo diría que su alma es un iceberg que arrasa todo a su paso sin mirar atrás y ver la desolación que producen-.

Las guerras son denunciadas por quienes nos sentimos amenazados -aunque no estemos en el centro del conflicto-, pero sentimos el dolor de quienes las están padeciendo y nos enervamos al no poder contestar de la manera que desearíamos. 

Nos seguimos manifestando, gritando, ayudando económicamente, pero esto no es suficiente porque, quienes tienen en sus manos dar solución, están mirando hacia el infinito.

Si Goya denuncio la guerra en sus Desastres y Picasso en su Guernica, me pregunto qué retrato, qué cuadro tendríamos que pintar en estos momentos.