Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Vivir al derecho

16/10/2023

Lo decía en una entrevista reciente Byung-Chul Han, filósofo surcoreano: «vivimos al revés, como bacterias en la sociedad, destruyendo el medio que nos permite vivir, y destruyéndole a él, nos autodestruimos».

Recordé estas palabras viendo la propuesta escénica Columpios descalzos. Una panorámica del suicidio a cargo de Turneo Teatro, en la jornada de cierre de los Diálogos sobre Suicidio y Salud mental desarrollados en nuestra ciudad. Y allí se denunció que faltan psicólogos. Sí, faltan psicólogos que nos ayuden a recomponernos ante los conflictos, pero se echa en falta una reflexión más ambiciosa porque no tenemos solo un problema de salud mental, sino también un déficit de salud social en nuestro modelo de sociedad.

Mi amigo Gonzalo, experto en manejo de la adversidad tras torear cinco cánceres con dos orejas, rabo y vuelta al ruedo, como médico que es dice que los psicólogos son como el paracetamol: mejora los síntomas de la enfermedad, pero no modifica las causas que la producen y, para curar, hay que actuar en el origen de la enfermedad. Por ejemplo, si el problema es infeccioso, hay que usar antibióticos, y eso concuerda con el símil de nuestro filósofo, cuando afirma que actuamos como bacterias en nuestra relación con la sociedad.

El mercado laboral no solo genera trabajo, también frustración y ansiedad. El crecimiento permanente preñado de competitividad no da la paz, ya sé que no es su objetivo, pero tampoco debería serlo sembrar ansiedad. El trabajo dignifica, la explotación envilece, y el burnout está demasiado presente.

La industria de la felicidad participa de esta fiesta: si oyes que tienes derecho a ser feliz y lo crees, acabarás siendo un infeliz aunque lo disimules, consumirás de todo lo que te ofrezcan, pero finalmente el autoconsumido serás tú al estilo de las bacterias de Han. Y esto daña la salud mental.

Y, si vives en la red, que no es el Camino de Santiago, te aislarás, tus relaciones humanas se resentirán y aparecerá el fantasma de la soledad, mal compañero de viaje cuando las cosas van mal.

Vivir al derecho es tener vínculos saludables, crear entornos amables, saber esperar, gestionar el dolor, compartir y, lo más decisivo, saber amar.