Menudo espectáculo el encendido de las luces navideñas. El abeto de la Plaza Mayor se ha hecho famoso como esos perrillos que dan pena en los vídeos virales o esos memes que mueven a la lástima y la risa ante lo cutre, lo trasnochado y lo ridículo. Lo están arreglando desde hace días y ahí andan, venga a darle vueltas a las ramas con espumillón, a ver si lo acabamos confundiendo con el árbol del Rockefeller Center.

La anécdota no viene sino a confirmar que Burgos no puede, no sabe o no quiere posicionarse como un destino navideño. El friki de Abel Caballero pasará a la historia como el alcalde que posicionó a Vigo en el 'top' español y el que logró regar con cientos de millones su propia ciudad en una época del año en la que a nadie se le ocurría visitar esa fría, gris y lluviosa esquina de España. Aquí, sin embargo, preferimos regar con bonos la campaña comercial. 

No se me ocurre una medida más apesebradora que la de quitar a los ciudadanos el dinero vía impuestos y después regalárselo en billetes del Monopoly. Porque eso, al fin y al cabo, son los bonos del comercio.

El que se lo lleva está contentísimo, faltaría más. El Consistorio te regala hasta 85 eurazos, ojo ahí, que te pueden cambiar la vida. Y el comerciante qué va a decir, pues encantado, porque refuerza la caja aunque sea en una temporada en la que el consumo se daba por hecho.

La broma, a todos en conjunto, nos sale por 1,5 millones de euros. Hace unas semanas el equipo de Gobierno descartaba una bajada de impuestos a corto plazo, concretamente la del tipo mínimo del IBI, argumentando que las arcas municipales no se lo podían permitir. Sin embargo, no se atreven a cargarse esta subvención masiva que no discrimina por nivel de renta porque, evidentemente, les restaría simpatías entre los miles de agraciados que ya por sistema, todos los otoños, lo esperarán.

Las bases de la convocatoria, por cierto, siguen remontándose a la pandemia de 2020 y alegan que uno de los sectores económicos más afectados por la crisis económica es el de la hostelería. Todos podremos comprobar, esta misma noche, cuántas mesas quedan libres para cenar o cuántos taburetes no están ocupados para picotear en esos pobres establecimientos en crisis.