Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Artículos de fe

15/04/2024

España será un estado aconfesional y todo lo que ustedes quieran, pero lo cierto es que no paramos de percibir señales del poderoso influjo que la Iglesia católica ejerce sobre los representantes de nuestras instituciones civiles: véase el caso de aquel fervoroso ministro del Interior que condecoró hace unos años a la virgen María Santísima del Amor con la Medalla de Oro al Mérito Policial, o el de ese concejal del PP de Elche, devoto del Santísimo Cristo de La Columna y miembro de la Hermandad de la Flagelación y Gloria, que fue sorprendido durante la pasada Semana Santa conculcando con brío el sexto mandamiento bajo los faldones de un trono procesional.

También parece sentirse especialmente inclinado a la trascendencia el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, quien en los últimos dos años ha regalado al arzobispado de la villa y corte varios solares valorados en ocho millones y medio de euros, con la benemérita intención de que se levanten en ellos espacios para la oración y el recogimiento con que limpiar todo el pecado y la suciedad de este desalmado mundo. Ocurre que los vecinos de distritos como Usera, Vallecas u Hortaleza, estén o no íntimamente convencidos de la existencia de un orden supremo que domina el universo, se han sentido agraviados por el trato de favor dispensado a la diócesis madrileña, y reniegan de unos gestores públicos que están promoviendo la construcción de nuevas iglesias y centros católicos en unos barrios donde faltan institutos de Secundaria, ambulatorios y residencias de ancianos. 

En Burgos, por una vez, las cosas discurren por cauces mucho más sensatos, y es el arzobispado quien ha cedido suelo al Ayuntamiento en los barrios de Capiscol y Villatoro para que se mejoren algunos accesos y se habiliten espacios públicos en los que el vecindario pueda solazarse en paz y orden. Y uno, que quieren que les diga, se siente confortado de vivir en nuestro suelo bendito, lejos del tóxico reino de la libertad que se está extendiendo desde hace años en la capital española, y se acuerda de lo que dijo una vez San Agustín: «Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta».