Burgaleses todos, estamos de fiesta. No duran mucho las fiestas, pero sí lo suficiente como para hacer un paréntesis de lo cotidiano, para ver la vida con otro color, con distinto ritmo, y con el deseo oculto o manifiesto de que las cosas, sean las que sean, vayan mejor.  

Los más sabios entre los sabios cuando se habla de fiestas llegan un poco más lejos y afirman que hay que celebrar la vida, que hay que tratar de hacer de la vida una fiesta, aunque hay que reconocer que la vida, para no pocos, no siempre se viste de fiesta. Dicen que lo más decisivo para las personas es adónde nacemos, en qué país, en qué familia, en qué entorno social, religioso o cultural crecemos y nos desarrollamos en este azaroso sorteo universal; y sí, no es lo mismo nacer en Burgos que nacer en Kabul, y no es lo mismo ser hombre o mujer: muchas variables condicionan nuestra existencia. Bueno pues nosotros estamos en Burgos, seamos nacidos o pegados, y en estos días, los Sampedros toman las riendas del cotarro.

Esto es lo que toca aunque siempre hay motivos para la melancolía. Para gestionar las ausencias que tanto pesan, se puede recurrir a Epicuro que afirmaba que no debemos menoscabar lo que ahora tenemos con el deseo de lo que nos falta, sino que es preciso tener en cuenta que también lo que ahora tenemos formaba parte de lo que deseábamos. Esto que suena un tanto trabalenguas, viene a decir que lo que tenemos hoy, con seguridad antes tuvo rango de deseo, y ahí está, ya lo tenemos, y que si nos pasamos la vida lamentándonos de lo que nos falta, puede que no apreciemos en su justa medida lo que ya tenemos. No sé si hay que ser filósofo para enunciar esto, pero Epicuro lo explicaba así, con un sentido común contundente, aunque no siempre somos capaces de usar el sentido común en todo lo que hacemos. Al final, es la practica de la aceptación, entendida como estar presente en nuestra propia experiencia.

A estas alturas, no sé si esta columna tiene sentido común o se está cosiendo a retazos, pero lo que quiero trasmitir es que les deseo que aunque sea sólo por unos días se revistan de fiesta, y que aún echando de menos a los que no están, vean a los que estén y celebren con ellos.