«Si sientes dolor estás vivo. Si sientes el dolor de otras personas, eres un ser humano». León Tolstoy.
El 10 de diciembre de 1948 las Naciones Unidas aprobaban y proclamaban la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 76 años ha de aquello y, como podemos contrastar, los mismos son pisoteados constantemente, sobre todo en los enfrentamientos bélicos.
La contienda entre Israel y Palestina nos sigue llenando de dolor por la violación de los derechos fundamentales del ser humano, máxime cuando Israel forma parte de esta organización desde 1949.
El 29 de noviembre del 2012 se reconoce a Palestina como Estado observador no miembro en la ONU y posteriormente, la Asamblea General proclamó 2014 Año Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. La misma organización considera a Palestina territorio ocupado ilegalmente por Israel tras la guerra de 1967 - la Guerra de los seis días-.
Recientemente la Corte Internacional de Justicia de la ONU se ha pronunciado sobre el conflicto Israel-Palestino y ordena unas medidas provisionales que Israel debe tomar - yo añadiría y cumplir- para impedir la matanza de más civiles en Gaza y prevenir actos de genocidio en territorio palestino. El tribunal responde así en respuesta a la demanda de Sudáfrica contra Israel. Los más curioso es que, entre estas medidas, no se encuentra el alto el fuego, medida, a mi entender, que sería lo más urgente y necesario para que ambas partes pudieran recomponer la situación, no solo en sus infraestructuras, si no en la vida de las personas que es lo más importante.
A pesar de esto, Israel continúa haciendo caso omiso a las recomendaciones y acentúa los ataques hacia la población palestina.
La carencia de servicios básicos se recrudece y la población palestina resiste hasta límites insospechados.
El día 30 fue el Día Mundial de la Paz, pero ¿qué Paz? Me pregunto yo.