Sigue adelante el Ayuntamiento en sus pretensiones de peatonalizar la calle Santander y yo no me lo creo. Lo siento, pero no. De ninguna manera me imagino cómo se va a gestionar semejante transformación del tráfico en los límites del centro histórico. Y eso que me declaro entusiasta de las peatonalizaciones.
Basta con ver, por ejemplo, cómo ha quedado Francisco Grandmontagne. Una indecente selva de coches se ha transformado en un espacio para todos, mucho más silencioso, más limpio, más agradable. Chapó por la valiente decisión del anterior equipo de Gobierno. Ojalá se hubieran logrado, hace muchos años, las mucho más ambiciosas actuaciones en Derechos Humanos y calle Vitoria.
Ahora le toca el turno a la arteria que discurre entre las estatuas del Cid y del Torito. Nada menos. El cordón umbilical por donde drena, de forma lenta pero segura, el tráfico en dirección norte bordeando el corazón peatonal de la ciudad. Pero, insisto, no le veo alternativa.
De un rápido vistazo al mapa de los autobuses urbanos de Burgos se deduce que por los Soportales de Antón discurren 8 líneas de tránsito diario y otra, de premio, que va los domingos y festivos al cementerio. ¿Por dónde van a reconducir esos vehículos de gran tamaño? ¿Por la calle San Lesmes, como se dice?
Me imagino el fenomenal atasco a determinadas horas del día, porque allí no hay lugar para que los vehículos se aparten del carril principal de la calzada (como sí ocurre en los propios Soportales) y las decenas de usuarios diarios de la parada no se suben ni bajan en marcha. Sucede, además, que si cambian el sentido del único carril de circulación de la propia San Lesmes se generará otro problema añadido: la reconducción de esos trayectos.
De verdad, no lo veo. Que no me imagino cómo van a solucionar el problemón generado por ese corte. Nada me gustaría más que equivocarme en este pronóstico de mal agüero, pero me temo lo peor.
A vista de satélite es evidente que al centro de Burgos le faltaría la peatonalización de la calle Santander para poder completar una bonita almendra sin coches, acorde con sus viejos límites históricos. Esa misma foto deriva los tráficos a San Lesmes, ciertamente. La verdadera solución, por tanto, sería tapar el río, cargarse el puente y recuperar los dos sentidos de la circulación. Pero eso no va a pasar. Es un imposible.