Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


Última llamada

13/02/2025

Según publicó este periódico, el próximo lunes comenzarán las obras de derribo del Mercado Norte, que cerró definitivamente hace unos meses. La información explicaba que se empezará por desmantelar elementos interiores, vaciarlo en definitiva, para después tumbarlo del todo con unas máquinas de nombre tan contundente como retroexcavadoras con cizalla. Una obra de ese calado, que se prolongará meses, en un lugar tan céntrico, tiene pinta de que va a ser un jaleo mayúsculo: de ruido, de polvo y de atascos de camiones sacando escombros sin parar. Pero puede ser eso y otra cosa, si alguien despierta y se da prisa. Porque esta es la última llamada para despedir a este mercado como se merece, una idea que ya hemos apuntado en este rincón alguna otra vez. De hecho, ahora cobra más relevancia que nunca porque este lugar se va a convertir en el punto principal de la próxima transformación del centro de Burgos. 

Se trata de ver la ciudad como algo más que una acumulación de calles y edificios, de contemplarla como lo que es en realidad: el escenario de la vida, el lugar del que venimos, en el que crecemos, descubrimos, sentimos, pensamos, hacemos las cosas por primera vez, tejemos lazos… Y el Mercado Norte ha sido todo eso para miles de burgaleses por más de medio siglo. Merecería una buena despedida, abrirlo, enseñarlo, explicarlo, permitir el encuentro por última vez de los que lo llenaron de alma. Todo eso antes de que llegue la piqueta. 

Algo así, una despedida con mayúsculas, lo colocaría en su lugar correcto que no es otro que el propio futuro: el mercado que lo sustituirá en el mismo sitio, no es más que una continuidad de esa historia, una especie de reencarnación de toda esa alma que ahora se va. Y eso es la vida de una ciudad, su espíritu, su corazón: mirar al futuro desde lo que somos y hemos sido. No estaría de más, igualmente, que ese futuro mercado contase con algún elemento para la memoria de su antecesor, que lo vayan pensando. Pero, de momento, una despedida, una fiesta, un momento para la emoción. Porque hay cosas de esta vida que no se ven con unas gafas de realidad virtual, señora alcaldesa. Es mucho más sencillo. A tiempo está. Salud y alegría.