Si creas una necesidad y la comercializas tienes solucionada la vida. Desde hace al menos tres décadas es lo que está pasando con los creadores de nuevas tecnologías. Actualmente sería muy difícil vivir sin el móvil, la tablet, el ordenador, internet, redes sociales… El mundo digital va como una centella, y en un futuro inminente nuestros hogares y trabajos estarán domotizados, y las amistades y la familia podrán ser sustituidas por hologramas y por nuevos formatos que nos trae la inteligencia artificial. Cada vez que oigo esta expresión no lo puedo evitar, mi mente se va de inmediato a esas películas donde la humanidad desaparece aplastada por el dominio de una inteligencia, no sé si artificial, pero en cualquier caso muy superior a la que tenemos de manera individualizada los humanos.
No les voy a mentir, esto me da un poquito de miedo porque veo como se hace cada vez más cierto aquello de que todo lo que uno puede imaginar puede acabar siendo una realidad. Las máquinas prácticamente dominan nuestras vidas. Todo empezó como una tontería, con el móvil y los ordenadores, dejando de hablar personalmente los unos con los otros y comenzando a enviar correos, mensajes y audios; luego llegó la pandemia y no ayudó. Pero ahora, no sé el porqué, es cada vez más difícil quedar con aquellas personas a quienes más quieres o necesitas en tu vida.
Nunca hay tiempo ni oportunidad, y puede ser que haya también menos ganas de afrontar una relación humana, sí, de esas que requieren sentimientos y cercanía. Lentamente nos vamos robotizando, nuestras vidas no parecen ser nuestras y cada gesto que hacemos empieza a estar más programado. Compramos, nos informamos, estudiamos, nos reunimos, e incluso nos divertimos y nos enamoramos por internet; siempre desde la distancia y utilizando una máquina. Las consecuencias económicas, sociales y personales son evidentes y graves.
Cuando la máquina no depende de nosotros, pero nosotros sí dependemos de ella, perdemos nuestra libertad e individualidad. Yo, visto lo visto, voy a tener ya una cita con Siri o Alexa, y esta vez intentaré hacerme su amiga, y averiguar qué es lo que quiere realmente de mí.