El debate sobre sexo de los ángeles se ha convertido en el gran asunto de la política nacional. Cualquier nominalismo (Begoña, Ayuso, Puigdemont, Gallardo) es bueno para tener al personal pendiente del dedo sin ver la luna. Mientras en el Parlamento nacional fracasa la Ley de Extranjería y la fijación de la senda fiscal, las costuras de los pueblos saltan por los aires. ¿Qué tiene que ver ese debate con la realidad de nuestra provincia? Todo.
España cuenta con 8.132 municipios, de los 2.248 están en Castilla y León, 371 de ellos en la provincia de Burgos. Debe ser el único ránking que encabezamos. Los lectores de este periódico comprueban a diario que en nuestros pueblos falta de todo: viviendas, en alquiler o propiedad, médicos, maestros, guardias civiles, transporte, etc. ¿Cómo es posible si sobran casas, consultorios, escuelas, cuarteles, hasta estaciones? Los más ufanos dirán que es cuestión de masa crítica; si no hay gente, no hay servicios.
Prueben a dar la vuelta a la frase -si no hay servicios no hay gente- y comprobarán que se invierte la carga de la prueba, de la responsabilidad, que corresponde a quienes nos representan. Es frecuente escuchar que con tanto pueblo, tanta dispersión, esto es ingestionable. Nadie duda de la dificultad, pero es incomprensible que la sociedad con más recursos de toda la historia de la humanidad sea incapaz siquiera de abordar el problema.
Es evidente que en los pueblos falta gente y que la única solución es la inmigración. Sin embargo, tenemos al tercer partido de este país (Vox), el que cogobernaba esta región hasta hace dos semanas y aún sigue en el Ayuntamiento de Burgos, criminalizando al foráneo. Miren la gente que sale en la contraportada de este periódico cada sábado; comprobarán que son héroes.
Mientras se pone el foco en la financiación de Cataluña, que si cupo o no, nadie habla de la financiación de los pequeños municipios. Mientras se habla de los menores no acompañados (Menas), se obvia que faltan miles de trabajadores en toda la provincia.
Los habitantes de los pueblos tienen las mismas obligaciones fiscales y, sin embargo, están excluidos de facto de los servicios públicos. Dinero e inmigración es el binomio clave para resolver los problemas de los pueblos, justo los asuntos que han descarrilado esta pasada semana en el Congreso de los Diputados. Falta gente, falta vergüenza.