Aurelio Medel

Hecho a mano

Aurelio Medel


Verosímil

19/10/2024

Hubo un tiempo en el los políticos cazados mintiendo tenían que dimitir. Así le pasó a Richard Nixon, que renunció a la Presidencia de Estados Unidos hace cincuenta años, después de que The Washington Post probara que era falso que no supiera nada del robo de papeles en la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el edificio Watergate.

Hubo también un tiempo en el que los periodistas mentirosos eran despedidos de sus medios de comunicación. Así le pasó al corresponsal en Bruselas del periódico británico The Daily Telegraph, que tras publicar reiteradas elucubraciones, como que la UE iba a prohibir las salchichas británicas, fue puesto de patitas en la calle.

Pero aquello pasó y llegaron momentos peores, cuando se impuso el relato verosímil, donde lo importante es que el cuento tenga apariencia de verdad, que cuele, y aquel corresponsal británico llegó a primer ministro del Reino Unido. Se trata del irrepetible Boris Johnson, quien dimitiría porque su partido dejó de apoyarle, pese a tener mayoría absoluta, no porque él se hubiera arrepentido de nada.

La mala relación de Johnson con la verdad es patológica. Acaba de publicar una autobiografía (Boris Johnson, desatado) y su capacidad de imaginar sería un atributo si avisara que es un escritor de ficción, un hagiógrafo de sí mismo. Según las reseñas, en el libro sugiere que el actual primer ministro de Israel, Benjamin Netanjahu, le colocó un micrófono en el baño aprovechando una visita cuando era ministro de Exteriores. También señala que pidió a su ejército que valorara la posibilidad de asaltar por mar un almacén de vacunas en Países Bajos. The Guardian ha calificado el libro como Memorias de un payaso.

Boris Johnson sintetiza la perversa evolución mundial de la relación del periodismo y la política con la verdad. La degradación de este personaje ha llegado a tal nivel que resulta verosímil que él pudiera realizar semejante pregunta a sus mandos de Defensa o que se crea que el ministro de Exteriores en persona se puede dedicar a poner micrófonos al líder de un país aliado. Lo increíble es que un personaje así (o Berlusconi, Trump, Milei) alcance por métodos democráticos el timón de un país.

Traigo al caso estos ejemplos porque es más cómodo poner el espejo fuera para retratar el interior. A estas alturas de la columna, donde reposa la nata, ya habrá puesto nombres muy españoles. Es difícil caer tan bajo.