La experiencia acumulada en la bancada del público de muchas vistas en los juzgados de lo Penal y de la Audiencia Provincial de Burgos me lleva a escuchar de forma insistente el mismo mantra. A preguntas de fiscales y abogados, los testigos citados responden sencillamente: «No me acuerdo». Pero no una vez ni dos, sino muchas, con lo que el testimonio pierde buena parte de su capacidad para ser una prueba culpatoria o absolutoria, dado que apenas aporta información en muchos casos.
Pero señores míos, quién se puede acordar de lo que hizo hace cinco, seis, siete, ocho, nueve... o hasta doce años que tardó en juzgarse, por ejemplo, el caso del cierre de los caminos de Rioseco en el Valle de Manzanedo.
La indecente lentitud de la Justicia, que la deja de convertir en justa, lleva a que se pidan años de inhabilitación a quienes ya hace mucho que dejaron para siempre la política o se mantenga en el ojo del huracán a políticos en activo, que tras años de sufrir la pena del banquillo, como se llama a la espera de juicio, podrían salir absueltos.
Alcaldes y concejales sufren esta falta de profesionales suficientes en los juzgados, que entiendo es lo que colapsa su funcionamiento. Pero también hay muchos ciudadanos que alucinan con el ritmo de sus casos cuando sufren la okupación de sus viviendas o robos tan llamativos como los ocurridos en Medina de Pomar.
Fue en diciembre de 2021 cuando se detuvo por primera vez al ya conocido como el 'ladrón de las llaves', tras ser observado por las cámaras de su vecino en el recibidor de su casa con un pasamontañas que era insuficiente para esconder su identidad. Tras cuatro años largos, el caso por el que se investigan, al menos, una decena de robos, sigue en instrucción en el Juzgado de Villarcayo y a la espera de juicio. Y luego dirá: «Oiga, que no me acuerdo».