De vez en cuando a servidor le gusta traer a estas líneas a la mujer que todas las mañanas deja el portal de uno como una patena. Además de cumplir con su función de la manera más eficaz siempre encuentra un momento para pegar la hebra y es cuando aprovecha para hablar de sus cuitas con la sanidad pública. Siempre se deshace en elogios con la atención que recibe de éste o aquel médico, o aquella o esta enfermera. Porque, aunque le pese, sus achaques le obligan a acudir al centro de salud o al Hospital Universitario (HUBU) más veces de las que quisiera, que son ninguna. De manera que conoce a muchos profesionales de la salud burgalesa. Ahora bien, ya no tiene tan buena opinión de los tiempos de espera, ni para las consultas ni para las pruebas. Porque ella dice, con toda la razón, que es ahora y no dentro de ocho meses cuando sufre un problema -cree que digestivo- que le está dando bastante la lata. Así que no entiende que para hacerse una gastroscopia tenga que aguardar ocho meses. 

A más a más, acaba contándole a uno que lo peor de todo ya no son los dolores o las molestias que padece sino la preocupación de vivir con la constante incertidumbre de ignorar qué enfermedad sufre. No por la curiosidad de ponerle un nombre, sino por las ganas de ponerle remedio. Cuanto antes. Testimonios como éste no hacen sino subrayar -con sentimientos y emociones- unas cifras sobre listas de espera que asustan, tal como la compañera Gadea G. Ubierna relataba a principios de esta misma semana. Hay servicios del HUBU que después de la pandemia están citando a más de 100 días vista, cuando antes no se superaba apenas la semana. Son números que no nos podemos permitir, porque la salud de muchos burgaleses está en juego. 

Se impone ya un cambio de modelo que incluya, por supuesto, una mayor inversión en medios técnicos y humanos, a lo que ojalá contribuya muy pronto la futura Facultad de Medicina de Burgos. Pero no solo eso. Resulta esencial implementar un cambio organizativo de gran calado que ayude a gestionar unos servicios sanitarios que quizás tengan que acoger también a todos los funcionarios de Muface.