Iñaki Elices

Iñaki Elices


Cuando se acaban las metáforas

06/01/2025

Cuántas veces nos han hablado desde la crisis financiera de 2008 del riesgo de una nueva burbuja inmobiliaria y de que ésta acabe pinchándose, como ocurrió en aquellas fatídicas fechas, en las que muchas economías, incluida la española, se vinieron abajo de forma abrupta. En ocasiones el lenguaje figurado inunda nuestra manera de hablar, al punto de que el sentido literal de muchas expresiones acaba perdiéndose. Por eso el pasado lunes me hizo especial ilusión leer en este periódico el siguiente titular: «Buscan al autor del pinchazo de una de las burbujas del 'fenómeno' navideño». Y la noticia no se refería al responsable de haber causado una supuesta debacle de las ventas de turrón, ni al culpable de un presunto bajón de los regalos del 'amigo invisible'. Qué va. Aludía al gamberro, aún no encontrado, que el domingo 29 no tuvo otra idea que pinchar -así, crudamente, sin metáforas- una de las burbujas que componían la instalación artística que promovió el Ayuntamiento y que se ubican junto a la Catedral. Y se trataba de una pompa, sí, de una gran esfera de material plástico, lejos de cualquier alegoría de esas que nos llevan a pensar en otra gran recesión económica mundial. Y qué quieren que les diga, a un servidor los vándalos no le hacen ninguna gracia, pero he de admitir que la gamberrada sí que me dejó tranquilo, porque por fin, tras no sé cuantos años, pinchar una burbuja se reduce a eso, a que una gran bola se desinfle porque alguien le ha dado un picotazo.

A ver si este 'acontecimiento' acaecido en los últimos compases de 2024 resulta premonitorio y 2025 discurre por unos cauces tranquilos en lo económico, sin demasiadas sorpresas. Y si las hay, que sean positivas. Es verdad que el sector de la automoción no pasa por sus mejores momentos, con varios ERTEs activados en empresas que no ven el futuro claro y prefieren blindarse -también a sus plantillas- por si se produce un descenso de pedidos. Pero tampoco hay muchos más nubarrones, porque a la industria agroalimentaria le sigue yendo bien; la hostelería ha cerrado un ejercicio casi de récord, y el comercio local -aunque necesita más apoyo institucional- no lo pasó mal durante 2024. Brindemos por un 2025 próspero con burbujas de champán, de las de verdad.