José Ramón Remacha

El mirador diplomático

José Ramón Remacha


Gaza en azul

07/02/2025

Convertir la Franja de Gaza en un lugar de lujo y prosperidad como si fuera la Costa Azul del Oriente Medio es la solución que anuncia Donald Trump. Los gazatíes no pueden vivir entre los escombros de la guerra. Encontrarán acogida en algún país árabe como Egipto y Jordania. 

No se lo cree nadie. Empezando por el propio Trump, que no ha estado en Gaza que se sepa. Un territorio donde predomina la arena y el desierto. Allí he estado y no recuerdo ni un árbol. Cierto que tiene posibilidades como costa mediterránea con playas. Pero antes hay que cumplir muchas condiciones. La primera, la voluntad de la población. Además de una fuerte inversión, de un acuerdo sobre su estatuto internacional, una promoción en régimen de posesión viable. En resumen, falta lo más básico. Falta una situación de paz, una coyuntura de entendimiento mucho más amplia que un acuerdo entre EEUU e Israel.

Prueba de esta falta es que los países árabes se han manifestado en contra, empezando por Egipto y Jordania. Pero también Arabia Saudita, Emiratos, Qatar, etc. No cabe interpretar que se trata de una falta de solidaridad panárabe. En la región se sabe muy bien que la solución de acoger refugiados palestinos no tiene resultados positivos. Son cinco millones los que siguen emigrados o desplazados en campamentos en Jordania, Siria, Líbano, o en países del Golfo, desde las guerras de 1948 y 1968. 

En Europa se han manifestado en contra varios estados, ninguno a favor. Reino Unido, igual que Arabia Saudita, vuelve a mencionar la necesidad de dos estados como solución. 

La deportación forzosa de población civil está prohibida por el derecho internacional humanitario. Y está claro que ni los gazatíes ni la Palestina de Mahmoud Abbas aceptan la propuesta. Solo cuenta con el apoyo tácito de Israel. Se dice que durante la intervención de Trump exponiendo su proyecto, Netanyahu, invitado especial, asentía con una sonrisa de satisfacción, sin decir palabra.

En resumen, nadie se lo cree. Es simplemente un paso en la línea del nuevo presidente americano. Es un gesto calculado de Trump para contentar a Netanyahu y sembrar un ambiente de confianza en el sionismo, abriendo un camino hacia la paz desde Israel. Veremos.