El personaje de Hugh Grant en Love Actually pensaba en la puerta de llegadas del aeropuerto de Heathrow cuando sentía que le acechaba el pesimismo. Las interacciones de viajeros, familiares, amigos y enamorados le llevaban a concluir que el amor está en todas partes, pero claro, estamos hablando de una película navideña, en la que se mezclan historias románticas con algunas que, vistas con perspectiva, no lo son tanto, y otras que hablan de infidelidad, de amistad o incluso de soledad. Los ingredientes de una buena película ambientada en la Navidad se pueden mezclar bien, como hizo Richard Curtis hace más de veinte años, o pueden convertirse en refritos de jerséis rojos y verdes, nieve, graneros y una ramita de muérdago colgando de algún sitio para propiciar un beso entre los protagonistas. Productos que deben dar buen resultado, teniendo en cuenta la cantidad de filmes así que pueden encontrarse en las plataformas. Muy malos, la mayoría, pero ideales para enajenarse de la realidad y del grado de crispación que hace que alguien le puedan saltar a la yugular por pronunciar un genérico felices fiestas, en lo que debe ser una demostración genuina del espíritu navideño comodiosmanda.

Y entre felicitaciones horteras por WhatsApp, brilli-brilli y polémicas estériles pero muy entretenidas, en un descuido nos puede llegar algún atisbo de la realidad que nos espera cuando las luces se apaguen, quitemos el árbol -y/o el nacimiento, no se me pongan quisquillosos- y terminemos de echar al contenedor azul los embalajes de los regalos. Con una sociedad casi anestesiada después de más de un año de genocidio en Gaza, ha tenido que ser el papa Francisco quien venga a contradecir al primer ministro picarón que encarnaba Grant y recordarnos que el odio va ganando en aquel y en otros lugares del planeta. Solo en la franja, en poco más de un año, han sido asesinadas por las tropas israelíes más de 45.000 personas. Un tercio de ellas eran niños. Quienes permanecen allí están en una situación insostenible. El último dato, de hace unas horas, corresponde a una realidad todavía más cercana y lo ha ofrecido la organización Caminando Fronteras: casi 10.500 migrantes han muerto en el mar intentando llegar a España en 2024. De ellos, unos 1.500 eran menores. ¿Se acuerdan de que Forges estuvo años firmando sus viñetas con la frase No te olvides de Haití? Pues eso.