David Hortigüela

Tribuna Universitaria

David Hortigüela


Tecnología y educación: un asunto de todos

25/09/2024

Es indudable que, en la actualidad, la tecnología tiene un peso relevante en nuestras vidas. Costaría mucho concebir una sociedad en la que no existieran, ya que, cualquier trámite, gestión, contacto… requiere de su uso. Sin embargo, lo que hace 30 años parecía un avance y beneficio absoluto a todos los niveles, hoy se ha convertido en una herramienta que, mal gestionada, puede generar diversidad de problemáticas. 

Existen estudios que demuestran los datos elevados de adicción, cada año más, que (no solamente los niños) se tiene hacia las pantallas, lo que provoca dejar de lado las responsabilidades más básicas, derivando, por ejemplo, en una mala gestión familiar, en conflictos laborales o en una disminución del aprendizaje y rendimiento académico en la escuela. Esta situación, que parece ir a más, es algo que nos afecta, directa o indirectamente, a todos, por lo que es preciso reflexionar y sumar como colectivo social para tratar de buscar soluciones.

En muchas ocasiones existe una queja masiva hacia los adolescentes: «están todo el día enganchados», «no saben hacer otra cosa», «se aburren si no tienen una pantalla delante», pero, ¿damos los adultos el mejor ejemplo? ¿Cuántas veces miramos el teléfono para 'ver si hay algo'? ¿Cuántas veces les damos una pantalla a los niños para que nos dejen estar un rato 'tranquilos'? ¿Cuántas horas pasamos al día en la pantalla? En relación a esto último, no hay más que ojear la función del teléfono bienestar digital y controles parentales para que salten todas las alarmas sobre el tiempo de pantalla invertido a lo largo de la semana.

En la infancia, los efectos que conllevan un uso abusivo de las pantallas se relacionan con problemas de salud mental, el ciberacoso y el acceso a contenidos inadecuados, ya desde edades muy tempranas. En los adultos, los problemas están más vinculados con el aislamiento, los problemas de pareja, o los aspectos vinculados con la privacidad y la seguridad, así como con los relacionados con la salud física, específicamente con el sedentarismo (datos alarmantes en España) y los problemas visuales y posturales.

Es curioso, porque puede dar la sensación que con el uso de las pantallas y las redes sociales uno está más conectado, cuando realmente sucede todo lo contrario, está más distanciado emocionalmente que nunca con la gente que le rodea en su día a día, y que, sin duda, es la más importante. Por ello, es imprescindible que, a nivel personal, hagamos una necesaria autocrítica. 

Es necesario volver a aprender a ser paciente, a saber aburrirse, a evitar echar la mano al bolsillo para mirar el móvil en cualquier pequeña pausa o receso de la vida cotidiana. Establecer límites temporales es clave, realizando, intencionadamente, desconexiones periódicas de la pantalla para dedicar tiempo a la lectura, pintura, escritura, a tener una buena conversación… Ser conscientes de ello es importante; ¿Por qué estoy usando tanto la pantalla? ¿Podría invertir parte de ese tiempo en otras cosas? Otras actuaciones, como organizar espacios específicos para el trabajo y el entretenimiento o desactivar las notificaciones innecesarias también pueden ayudar. 

En muchas ocasiones demandamos a la escuela/universidad una educación tecnológica, que, si bien es importante, de nada sirve si no se acompaña de una conciencia social al respecto.