Apresuic es un grupo impulsado hace dos años desde la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento, en el que además de personas de esa concejalía, participan voluntariamente profesionales del ámbito educativo, sanitario, social, periodístico y de la policía local de la diversidad. Su objetivo es realizar campañas de orientación y sensibilización con diferentes colectivos acerca de la prevención del suicidio, un drama presente desde siempre en la sociedad pero tratado habitualmente desde la clandestinidad, es decir, no tratado.
Ocultar lo que pasa nunca fue buena estrategia para entender lo que pasa, y no porque hablar de algo lo vaya a resolver, pero silenciar un drama de estas dimensiones haciendo como que no existe, es negarse la oportunidad de tratar de entender por qué las personas somos capaces de renunciar a lo más valioso que tenemos, que es la vida.
No hay expertos en suicidio, y no los hay porque hablar de suicidio es hablar de la muerte y con la muerte tenemos una relación ortopédica: no encaja y nunca nos viene bien. Pero hay que hablar de ello o, lo que es igual, hablar del sufrimiento, algo con lo que todos nos las tenemos que ver a lo largo de la existencia, y que en ocasiones es tan insoportable que para hacerlo desaparecer hay personas que deciden acabar con su vida.
Dicen los expertos que la salud mental ha empeorado, pero el suicidio nos interroga también acerca de nuestra salud social, de la salud de este modelo de sociedad en el que el individualismo conduce al aislamiento y la soledad, un modelo en el que competir se alienta como estrategia para triunfar ocultando lo sano que es cooperar. Un modelo que levanta muros en lugar de tender puentes, un estilo de sociedad en el que la relación virtual sustituye a la presencial, alejándote de los cercanos, un modelo de relación que penaliza al diferente, poniéndole bajo sospecha, y un estilo de relación en el que las actitudes egoístas asfixian el altruismo.
La calidad de vida no consiste en poseer cosas o poder, sino en generar buenos vínculos con las personas, y este mensaje, a contracorriente con el capitalismo, debería enseñarse desde la cuna.
Estamos todos convocados en este proyecto para una vida mejor.