«Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1991 al pueblo de Puerto Rico, cuyas autoridades representativas, con decisión ejemplar, han declarado el Español como idioma oficial de su que han elegido». Palabras literales.
Y es que, sometidos por los EEUU de los que eran estado asociado, los puertorriqueños decidieron que no tendrían señales de «Stop», sino de «Alto» o «Pare», y que, en vez de «aparcar», se dedicarían a «estacionar». Al ser territorio de frontera, defendieron lo suyo, lo que les es más definitorio y representativo. Este modelo de oficialidad fue luego adoptado (con cooficialidad del inglés) en otros estados: Nuevo Méjico, California… Más de 41 millones de habitantes de EEUU (un 13% de su población) habla exclusivamente español (versión Spanglish incluida) y, además, 12 millones son bilingües en inglés y español.
Y ahora llega el tarado trompetero que tienen por presidente y decide, unilateralmente, eliminar la oficialidad en los estados que la tienen. Y perseguir su uso igual que persigue a sus usuarios. ¿Acaso el hombre más poderoso del mundo teme a un montón de -según él- tiñalpas que hablan una lengua que él no entiende? Lo peor es que, inconscientes, algunos de ellos incluso le han votado.
Y luego llega el otro, el director de la polémica película laureable, cuya protagonista es de Alcobendas, y dice, con evidente complejo de inferioridad, que «el español es una lengua de pobres». ¿Cómo se puede decir eso de la lengua de Cervantes, de la Mística, de Rulfo y Vallejo?, ¿de la creadora de los mitos del Cid, las celestinas, los lazarillos y donjuanes? Y es que la ignorancia es muy atrevida. Será pobreza económica (aporofobia lo llaman), que no pobreza literaria ni intelectual.
Lo que esos dos (y otros del mismo pelaje) demuestran es su pobreza de meninges. No sé si tan siquiera tienen una neurona útil.
A ver cuándo empezamos a respetar y defender lo nuestro, empezando por nuestra lengua, que se ve vapuleada continuamente por anglicismos innecesarios y horrorosas traducciones literales. Y sin complejos de inferioridad.