En el primer tercio de siglo, tras una campaña electoral plagada de mentiras, revanchismo e intentos de manipulación, el pueblo de la nación más poderosa del mundo aupó a un carismático líder que, según él, guiaría a su país a las cotas más altas de riqueza y modernidad. Después de soltadas las mentiras y engañado el pueblo, si te he visto, no me acuerdo: hizo todo lo que le vino en gana, sin rendir cuentas a nadie.
Aquel influyente político comenzó a deshacer el entramado internacional que tanta paz había creado durante años y que, siempre según él, estorbaba el desarrollo de su país, cuando no lo perjudicaba directamente. Dejó de apoyar a las instituciones, abandonó los foros de sus asociados, sentenció a otros colectivos al castigo económico...
A ese gobernante se le ocurrió, entre otras lindezas, acusar a una clase (o raza, tanto da) de todos los males (vagos, traidores, espías, corruptos...) y empezar a descargar su ira contra ella, haciéndole la vida imposible, expulsándola de su territorio, matándola si le parecía necesario.
A ese orate megalómano se le ocurrió hacer su país más grande, invadiendo otras zonas o haciéndose anexionar territorios cercanos (y no tanto) al suyo. Sin pensar en las consecuencias, sin medir la resistencia que encontraría, sin pensar en la guerra que causaría y que, siempre según él, no podía perder, ya que su armamento era el más avanzado del momento.
Para gobernar y controlar el mundo, este cretino se rodeó de personajes de dudosa ética, tan ávidos de riqueza y poder como él mismo, de ideología inhumana y despiadada, para los que las personas solo valían el beneficio que les reportasen a ellos. Así, la vida de la gente solo se medía en decimales, los de las cuentas de estos individuos.
Y estos monstruos comenzaron a actuar como matones de barrio: cobrando el canon de la no agresión, quedándose con lo que les parecía oportuno, ocupando las zonas que les interesaban, haciendo desaparecer a cuantos se les oponían, barriendo del mapa cuanto les molestaba... Iban a la suya y destrozaron el mundo.
He dicho primer tercio de siglo. Pero no he dicho si era el XX o el XXI.