El significado de la expresión que da título a esta columna es lo más parecido a emocionarse. Procede del ámbito taurino, es habitual en el deportivo y se cuela en conversaciones a pie de calle. Implica entusiasmarse y, en definitiva, crecerse. Está muy bien, salvo que te pases de frenada. En el discurso político está a la orden del día. Uno se crece y se tropieza porque no mide, mientras no hace política. 

Hacer política. Otra expresión muy utilizada. ¿Su significado? Si asumo lo que entiendo que debe ser, eso de trabajar y legislar para tratar de mejorar la vida de las personas me siento pelín vacía. Mientras, percibo que empalmamos comicios en una legislatura sin presupuestos y retóricas con mucho ruido y pocas nueces. 

El caso es que no escasean los responsables políticos que se vienen arriba comprometiéndose con hacer política, y no solo en campaña. Agota. Lógico que el gobernador del Banco de España indicara el martes en el Congreso que hay un deterioro de la confianza ciudadana en las instituciones.
Mientras apenas se hace política como entiendo el término por quienes deben, que es su trabajo, me gusta pensar en los que sí contribuyen en la ayuda diaria. Multitud de entidades de acción social, por ejemplo, sin hacer ruido y a saber con qué empujón o no por parte de las administraciones. Su trabajo sí es motivo de orgullo, de sacar pecho y, por qué no, de venirse arriba, algo recomendable también en el plano personal y como sociedad. 

Burgos es testigo estos días de proyectos y motivos suficientes por los que venirse arriba. No hay más que mirar cómo está el deporte burgalés, esas asociaciones sociales locales o hitos. «En algunos casos, nosotros somos los mejores». Lo decía el lunes Arsuaga en referencia a las cosas que se han hecho desde Burgos con los yacimientos de Atapuerca, con motivo de los 25 años de la Fundación. Pues eso.