El significado de biblioteca quizá pueda tener tantas acepciones como usuarios. Desde el ratón de biblioteca al que aterriza por casualidad para lo que se tercie, quien más quien menos ha tenido alguna relación con ellas. Ayer se conmemoró el Día de las Bibliotecas. Y aunque tengo sentimientos encontrados respecto al sentido, y el fin, de que en este mundo casi todo tenga su efeméride y en no pocas ocasiones se tienda a sobreactuar con ello, reconozco que la jornada me pareció perfecta para visualizarme en ellas a lo largo de los años. Pese a que ahora ya no paso tiempo en las bibliotecas, y lo poco que puedo visitarlas lo hago en la sección infantil, sigo encontrando en sus salas ese lugar privilegiado para la calma. Cuando todo se para, cuando el sigilo se impone y resulta posible. Hay algo mágico en las bibliotecas, en ese tiempo detenido, que tiene mucho de soledad y casi todo de acompañamiento. 

Reflexión particular aparte, es un lujo disponer de bibliotecas y honesto reconocer el papel que desempeñan no solo por el acceso universal a la lectura que permiten, un derecho fundamental, sino por las sucesivas actividades didácticas y lúdicas que desarrollan. En torno a ellas se genera participación ciudadana y son punto de encuentro para todo tipo de perfiles. En su concepto municipal son un servicio público indispensable.

Descubrirlas, curiosearlas, debería formar parte, con mucha más frecuencia de lo que suele estilarse en general, de nuestros planes. Es cultura. Y una opción gratuita. De libros a videojuegos, prensa... En papel o digital. Cultura accesible para disfrutarla a la carta, en las salas o en casa. Sencillo. 

Aprovecho para poner en valor esa visita a nuestras propias bibliotecas; cuántas veces viajamos fuera e incluimos en la ruta la entrada a una de ellas. En Burgos también hay joyas como la del Museo de Burgos o la de Monasterio de San Agustín, que a partir de noviembre abrirá al público dos tardes. Tenemos plan.