En septiembre de 2026 empezarán las clases en la Facultad de Medicina de la Universidad de Burgos en el hospital Divino Valles. Parecía una utopía cuando la UBU empezó a reclamarlo en serio hace tres años. En el último mes se ha entrevistado en este periódico a dos personas claves en esta nueva fase: a José Miguel García, rector de la UBU, y a Alejandro Vázquez, consejero de Sanidad. Vázquez mostraba su preferencia porque la facultad se oriente a contenidos modernos, como la inteligencia artificial y la medicina personalizada y de precisión.
Pues bien, si se avanza en esa línea, y algo de margen deja el plan de estudios reglado, reconocía el rector, quizás haya un hueco para que la facultad burgalesa se especialice y distinga por investigar y formar a profesionales en atención remota y medicina rural. Pero cuidado, no se trata de buscar atajos para sustituir con máquinas a los pocos médicos que quedan en el ámbito rural, como se propone hacer la Junta con los vigilantes de las torres de incendios, sino de incorporar herramientas existentes y de desarrollar otras que faciliten la atención, el diagnóstico y la intervención a distancia del paciente pero con profesionales en los dos puntos. Eso es bueno para el ciudadano y el sistema sanitario.
La UBU ya cuenta con el grado de Ingeniería de la Salud, que precisamente combina materias de tecnología y medicina, de manera que su colaboración junto con la nueva facultad y el Hospital Universitario de Burgos podría facilitar que en la ciudad se cree un ecosistema del mundo de la salud muy atractivo. Este sector es intensivo en empleo de calidad, con niveles salariales altos que contribuiría a elevar el nivel del sector servicios de la ciudad.
Cuando se analizan los porqués de la capacidad de seducción de ciudades como Madrid, en los primeros puestos salen la formación y las oportunidades profesionales; luego vienen otros como la cultura o la gastronomía. La UBU ya está jugando un papel clave en la retención de talento, como lo demuestra, por ejemplo, el acuerdo de colaboración con Grupo Antolin firmado en 2001. Hoy, el 60% de los alumnos en prácticas de este grupo han salido de la UBU, lo que ha posibilitado que 49% de los empleados con carrera universitaria sean de la UBU. La Facultad de Medicina puede provocar un salto cualitativo a Burgos.