Llevamos unos cuantos días en el pueblo buscando parientes de Marina Calvo Ontoria. Esta señora es la bisabuela gomellana de Imanol Pradales, el próximo lendakari del País Vasco, el de los cinco apellidos ribereños. Nunca viene mal tener un paisano en Ajuria Enea, sobre todo ahora, con la importancia que tienen los votos de los herederos de Sabino Arana en el Gobierno central. De momento, aprovecho esta columna para sugerirle al alcalde que proponga a Imanol -le llamaremos por su nombre de pila hasta que demos con el mote familiar- dar el pregón de las fiestas. No sé si se me habrán adelantado en otras localidades de la Ribera, donde Pradales también tiene parentela, pero hay que intentarlo.
Si le viene mal por cuestiones de agenda, habrá que solicitarle al menos que se acuerde de sus antepasados, y que nos eche una mano a la hora de reclamar proyectos pendientes en la comarca. Me da en la nariz que no va a ser lo mismo que vaya el alcalde de Aranda o la alcaldesa de Burgos a pedirle al ministro de Transportes un poco de consideración con el Directo a que quien lo haga sea el presidente de los vascos y las vascas. Seguro que a él, Óscar Puente no le da con la puerta en las narices. También sería oportuno que no se olvide del AVE a Vitoria y de las mejoras en la AP-1.
Mientras en Gumiel estamos atentos a las andanzas de nuestro 'nuevo' e ilustre convecino, todo el país está haciendo cábalas con lo de Sánchez, su carta y la comparecencia del lunes. No me pregunten por la cuestión. Hace tiempo que la política se ha convertido en un lodazal, donde triunfan aquellos que carecen de principios y que utilizan a su conveniencia a una sociedad cada vez más infantilizada. Trump les marcó el camino y muchos lo siguen, aunque llamen trumpista al adversario.