Los franceses han puesto al sector vitivinícola ante la realidad: sobra vino tinto y no es cuestión de coyuntura. Por eso han aprobado el arranque de 30.000 hectáreas de viñedo, que será subvencionado por el Gobierno con 4.000 euros por hectárea, lo que supone cargar a las costillas del contribuyente 120 millones de euros.
Enseguida surgen los que pregonan que Spain is different, pero conviene prestar atención a los inventores de la cultura del vino, los que convirtieron su elaboración en arte. Pues bien, Burdeos, su mayor obra, hace año y medio que aprobó el arranque de 9.500 hectáreas de viñedo.
En España, Rioja, el sello español más internacional, lleva años con enormes excedentes, consecuencia de casi duplicar el tamaño de su viñedo en cuarenta años, hasta superar las actuales 67.000 hectáreas. Por eso, la Asociación de Bodegas Familiares ha propuesto arrancar el 10% de los viñedos y aprovechar para quitar de los plantados en los últimos años. En dos años ya han gastado 80 millones de dinero público en subvenciones para vendimiar en verde (antes de madurar) para tirarlo y transformar vino en alcohol.
En Ribera del Duero se asegura que no tienen los problemas de excedentes de Rioja, como si los mercados no estuvieran intercomunicados, cuando es un problema global y se están abandonando viñedos desde Chile a California. Este año ya se limitó la plantación de viñedo a 200 hectáreas en Ribera. ¿Es suficiente? ASAJA, COAG y UPA han pedido que se prohíban nuevas plantaciones en toda la UE en tres años y ayudas para el arranque de viñedos.
El Gobierno no les está haciendo ni caso, puesto que también quieren que la reestructuración se haga por cuestación popular.
En el vino, como en las inversiones, rentabilidades pasadas no garantizan rendimientos futuros y menos si te has pasado con el riesgo. La DO Ribera del Duero cuenta con un viñedo de 27.253 hectáreas, menos de la mitad de Rioja, y el 76% se ha plantado a partir de 1991. Un crecimiento vertiginoso que necesita digerir.
Los gustos cambian. Pita el vino blanco, hasta con hielo, el frizzante, el fácil de beber. El vino no vino, dirán algunos. Hay unos alemanes que han comprado la mayoría de la bodega de cava más comercial y su plan es llevarla hacia el prosecco, ese blanco espumoso italiano, tan ligero como insulso. Veremos.